AS (Catalunya)

Un hombre libre y con hambre de victoria

El piloto asturiano ha dejado su marca allí por donde ha pasado con su enorme talento y coraje

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Duermo cuando tengo sueño y como cuando tengo hambre, a veces hay otras necesidade­s”. La libertad. Querer y poder. Atrapar los retos como forma de vida. No hay muchas personas libres en este mundo, no son muchas las que quieren y pueden, muy pocas las que son capaces de vivir a impulsos, movidos por los desafíos. Fernando Alonso es una de ellas, la misma persona que un día compitió en Fórmula 1 y logró inventarse un deporte para nuestro país.

La misma que ha ganado dos veces Le Mans, se ha proclamado campeón del mundo de Resistenci­a o ha brillado en el Dakar. Este es Fernando Alonso. Una persona que ahora quiere y puede volver, es libre de elegir y ha elegido hacerlo con Renault, con plenos poderes y el objetivo casi imposible de hacer que el Clio actual de los franceses vuelva a volar sobre los coches deportivos del mundo. Si alguien puede hacerlo es este genio astur. Alonso es un tío de coraje, corazón y cabeza, pero ante todo es alguien que hace lo que quiere y va a por ello, también alguien amigo de las bromas y que no suele fallar a sus amigos.

Amante del deporte, es también alguien al que le da por una cosa y no para hasta dominarla. O casi. Le pasó con el golf, el ciclismo... Es extremadam­ente competitiv­o. Fernando no es ese personaje problemáti­co que algunos pintan, pero sí alguien que pone todo su empeño en conseguir lo que se propone.

Ganar el campeonato del mundo de kárting con el número 14, un 14 de julio y con 14 años de la mano de Genis Marcó, uno que no falta en su lista de agradecimi­entos. Después fue alargando palmarés con la Fórmula Nissan en 1999 o aquella carrera de F3000 en Spa con Briatore y Todt esperando bajo el podio. Hasta la Fórmula 1. Debut con Minardi dejando retazos del campeón que venía. Después, Renault. Hasta llegar a su primer título en 2005 que repitió un año después.

Y así hasta su fichaje por McLaren, vuelta a Renault y de ahí a Ferrari. Cinco años inolvidabl­es de rojo en los que intentó ser campeón. Diversos desencuent­ros con la dirección y una promesa de Mercedes hicieron que dejara Maranello, pero finalmente tuvo que recalar en un McLaren Honda indigno. Dejó la F1 para afrontar nuevos retos. Consciente de que su talento y su coraje le han otorgado la libertad con la que muchos sueñan, estos años ha dejado su marca en Daytona, Le Mans, Sebring o Indianápol­is. Ahora vuelve. Tiene hambre.

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Alonso celebra el Mundial de 2005.

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