Griezmann amargo aniversario
Dudas El debate de su encaje en el tridente sigue sin estar resuelto
Griezmann, c’est magnifique”. Ese fue el eufórico cartel que preparó el Barça para anunciar oficialmente el 12 de julio de 2019 el fichaje del afamado delantero francés, por quien pagó su cláusula de rescisión, 120 millones de euros, después de fracasar el intento de acuerdo con el Atlético de Madrid, que reprochó al club azulgrana cerrar la negociación con el delantero en el mes de marzo. El fichaje originó un amago de denuncia del Atlético a la
FIFA de la que nunca se volvió a saber.
Así que Griezmann, que firmó por cinco años y una cláusula de rescisión de 800 millones, cumplió ayer un amargo aniversario. A que no ha terminado de cuajar, se une su lesión en el cuádriceps de la pierna derecha que le obligará a perderse lo que queda de Liga. Su objetivo ahora será llegar al partido del 8 de agosto ante el Nápoles. Griezmann ya llegó entre dudas. Primero, su íntimo y exhibicionista documental de La Decisión le granjeó enemigos en el barcelonismo. El moderno de las redes sociales y el tradicional que vibraba con los jugadores que manifestaban sus ganas locas por jugar en el Barça. Pero había más. Con Griezmann, el chico que tantos años tardó en encontrar su sitio en el fútbol y,
después de ser rechazado en múltilples clubes franceses en su niñez, empezó a hacerse camino en la Real, había una duda razonable: su encaje futbolístico en el Barça. Triunfador como segundo delantero en la Francia campeona del mundo con Deschamps; triunfador como segundo delantero con el Atlético campeón de la Europa League y subcampeón de la Champions, ese sitio en el Barça está reservado para el mejor jugador del mundo, seis veces Balón de Oro: Messi.
Un año después de su llegada, la incógnita no se ha resuelto y el debate continúa. Es fácil concluir, por tanto, que Griezmann no ha triunfado rotundamente en su primera temporada en el Barça. Es más, ese término le queda todavía lejísimos. Ha jugado bastante, nada menos que 46 partidos. Ha marcado 15 goles, un gol cada tres choques, lejos de su media en el Atlético de Madrid. Pero, sobre todo, no se ha expresado con la rotundidad que lo había hecho todos estos años en LaLiga. Si es cuestión de soltarse, de confianza con los compañeros, o de encaje a una manera de jugar interiorizada desde hace tantos años en el Barça, sólo lo sabe el jugador. Pero en sus piernas hay mucho más. Nadie sabe si agarrarse a que su gol ante el Nápoles mantiene vivo al Barça en la Champions. Ha habido algo de incompleto en el primer año de Griezmann. Quizá Lisboa lo arregle.