El pelotón se confina
La lluvia provocó numerosas caídas ● Los ciclistas, liderados por el Jumbo, frenaron el ritmo ante el riesgo ● Kristoff ganó al esprint
Alexander Kristoff, un viejo vikingo de 33 años, se impuso en Niza al esprint y se convirtió en el primer amarillo de este atípico Tour, de una 107ª edición que tenía que haber comenzado hace dos meses, pero fue empujada por la pandemia a las puertas de septiembre. La UCI lideró una huida hacia delante, con un nuevo calendario concentrado en tres meses. Paradójicamente, las viejas fechas hubieran sido más seguras que las nuevas. Quién lo hubiera pensado. Hoy, Francia sufre duros rebrotes, con los datos disparados, y los Alpes Marítimos han sido declarados zona roja.
En la víspera sólo se hablaba de eso. ¿Habrá positivos por coronavirus? ¿Cuántos terminarán la carrera? ¿El Tour llegará a París? Pero una vez que arrancó la competición, se acabó el debate. Los riesgos inherentes del ciclismo sustituyeron al temor al virus. Ya meditarán sobre ello otra vez en el hotel. La lluvia de verano, muy resbaladiza en áreas vacacionales, creó numerosas situaciones de peligro. El más perjudicado fue Sivakov, el tercer hombre del Ineos. También Amador. Mal comienzo para la guardia de Bernal. Además de Porte, el candidato que siempre aparece en las apuestas y nunca en los podios. Y Pinot. Y Alaphilippe. Y Buchmann. Y Nairo. Y De la Cruz. Y Nieve. Y Valls, que se rompió una clavícula... Una tormenta de caídas.
El patrón. El miedo a perder la carrera en los primeros lances hizo sonar la alerta entre los capos, especialmente en el Jumbo, el equipo aspirante al trono del zarandeado Ineos. Tony Martin, curtido en mil batallas, se puso al frente del grupo, sacó los brazos alados como si fuera a echar a volar, y ralentizó el ritmo. Todos de la manita. En el ciclismo hay una figura que se denomina ‘patrón’, que suele coincidir con el líder o con el favorito. Aquí, teóricamente, el rol de patrón le corresponde al dorsal 1, Egan Bernal. Pero en la práctica, Roglic asumió esos galones para decir al resto de colegas cómo había que correr. Piano, piano.
Sin la autoridad clara, el Astana se asomó a la cabeza para mostrar su desacuerdo. “No paramos”, comunicó Gorka Izagirre. Y Omar Fraile tensó el grupo en la bajada para romper la tregua. No duró mucho. El equipo kazajo estuvo a punto de eliminar a su propio jefe de filas, Superman López, que perdió el control y se tragó una señal. El karma, dirán algunos. Así que la rebelión se sofocó pronto. Roglic dedicó unas palabritas a Fraile, a modo de azotes. Y vuelta al paseíto. El pelotón decidió confinarse ante la amenaza. Una buena receta para evitar caídas. Y para perder aficionados. En pleno descenso al trote, el karma cambió de acera y golpeó al Jumbo. Bennett, otro tercer hombre, sufrió un accidente a una velocidad en la que parece imposible caerse, salvo que el firme estuviera efectivamente impracticable, o que el ritmo lento traicione a la concentración.
Cuando la suerte parecía echada, ya en las calles de Niza, el karma decidió continuar con sus travesuras y se cebó con medio pelotón bajo la pancarta de tres kilómetros, la zona técnica donde ya no se contabilizan los tiempos. Entre los damnificados estaba Pinot, que se pilló un enfado tremendo, y Marc Soler, que repitió visita al asfalto. La montonera recordó que el ciclismo es un deporte de riesgo. Y que las caídas también se producen en seco. Y hasta en parado.
Ineos Mal día para la guardia de Bernal, con feas caídas de Sivakov y Amador
■ Nairo, Porte, Nieve, De la Cruz, Ewan o Bennett tampoco se libraron de las caídas. Una escabechina. Aunque la peor parte se la llevó Rafa Valls, evacuado en ambulancia al hospital de Niza con una fractura de clavícula (no saldrá en la segunda etapa). La baja del alicantino, en buena forma en el reinicio de la competición pospandemia, deja al Bahrain de Landa con un hombre menos para la montaña. Y Degenkolb cruzó la meta fuera de control.