AS (Catalunya)

Para soñar

- JUANMA LEIVA

Una semana después de que el pelotón del Tour llegara a los Campos Elíseos, muchos de los que allí entraron como grandes protagonis­tas de la Grande Boucle aspiran hoy a vestirse de arcoíris en la prueba de fondo de los Mundiales de Imola (Italia), la sede que convenció a la UCI para ser la salvación de esta edición marcada por el coronaviru­s. Esa cercanía con la grande francesa hace que muchos focos se dirijan a quizá los dos grandes nombres de la carrera: su joven vencedor, el esloveno de 22 años recién cumplidos Tadej Pogacar; y el del belga Wout van Aert, el versátil ciclista del Jumbo que aspira a un doblete, tras su plata en la crono, que no se ve desde hace 25 años en la exhibición de Olano e Indurain en Duitama.

Una edición en la que, a diferencia de otros años, no parece que los españoles estén entre los grandes aspirantes, a pesar de que el duro circuito de 258 kilómetros y 5.000 metros de desnivel también beneficia al grupo formado por el selecciona­dor Pascual Momparler, nutrido únicamente por ciclistas presentes en Francia. “Quizá esté demasiado cerca de un Tour tan duro, pero el trazado no nos viene mal y estamos con ilusión y motivados”, confirma a AS un Alejandro Valverde que sólo por su palmarés (siete medallas mundiales, oro en 2018), es la referencia y que infundirá respeto si en los momentos claves aparece por los puestos de cabeza.

Pero quizá, más que nunca en los últimos años, el eterno líder del Movistar no es la única baza, y más teniendo en el equipo dos ciclistas de la talla de Mikel Landa y Enric Mas, que llegan de ser cuarto y quinto del Tour, además de Soler, Luis León, Herrada, De la Cruz y Bilbao, todos con triunfos de prestigio en su historial. “Valverde es el que más experienci­a tiene en este tipo de carreras, pero podemos jugar diferentes cartas”, analiza Enric Mas, quien terminó el Tour en una gran forma. Para Landa, curiosamen­te, es su primer Mundial en categoría élite, pero nadie le ve como un novato. Intentará aprovechar “el ritmo del Tour”, aunque reconozca que en esta corta transición de París a Imola haga “más difícil prepararse mentalment­e”.

Todos coinciden en destacar el durísimo trazado, con las explosivas subidas a Mazzolano (2,8 km al 5,9% con rampas al 13%) y Gallistern­a (2,7 al 6,4% y picos del 14%) como puntos clave en cada una de las nueve vueltas al circuito. El otro factor a tener en cuenta vendrá del cielo si se confirma la aparición de la lluvia para aumentar la exigencia de un trazado estrecho y ratonero.

En ese escenario los españoles deberán medirse a rivales tan mediáticos como la pareja eslovena Pogacar-Roglic, la Bélgica de un Van Aert que para Valverde “es más favorito incluso que el ganador del Tour”, la local Italia con figuras como Ulissi y Nibali (dos ausentes en Tour), Alaphilipp­e al frente de Francia, la potente Colombia, la baza ecuatorian­a de Carapaz o incluso excampeone­s como el polaco Kwiatkoski, o nuevas figuras como el suizo Hirschi. Aunque tras siete horas de carrera se verá quién está delante y cómo, porque como avisa Valverde, “si algo tiene este Mundial es que habrá que estar atento siempre y no relajarse ni un segundo, quien piense que podrá guardar algo para el final, se equivocará”.

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