AS (Catalunya)

Zidane colisiona con la estrategia del club

- LA DUCHA ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Un debate recurrente.

Los técnicos sobreviven del cortoplaci­smo del resultado. En un club con la tremenda exigencia del Madrid, Zizou ha decidido aferrarse a la vieja guardia con todas las consecuenc­ias. Cuesta creer que la apuesta le vaya a servir para mantener el ritmo en la Liga y se ha caído con estrépito en la Supercopa a las primeras de cambio. El problema de fondo es que sus decisiones chocan frontalmen­te con la estrategia del club. Todos los jóvenes jugadores que parecían dibujar un horizonte: Valverde, Odegaard, Vinicius o el lesionado Rodrygo han ido perdiendo protagonis­mo y, por tanto, valor objetivo. Pocos minutos minan la confianza y, por tanto, su rendimient­o. La cuestionad­a política de cesiones tampoco ayuda a vislumbrar un futuro demasiado alentador para esos jóvenes, que ven la puerta del Bernabéu más cerrada que abierta.

Jovic, como síntoma.

El caso más flagrante es el de Luka Jovic. Si en algo no debe equivocars­e el Real Madrid es en la elección de su delantero de futuro. Pagar 60 millones por un futbolista, que es mucho más de lo que se pueden gastar 16 equipos de Primera en fichajes, para devolverlo en calidad de cedido al club de origen, con un rendimient­o tan ínfimo en temporada y media, es terrible.

Fue una ingenuidad pensar que la alargada sombra de Cristiano se podía cubrir con un proyecto. El nivel del delantero goleador del Madrid tiene que ser Lewandowsk­y, en su momento, Harry Kane o Haaland. No hay término medio. Hace falta un killer que marque la diferencia, que te dé los puntos que vas a necesitar para competir los títulos y que aparezca en las grandes citas. Bajar de eso es pegarse un tiro en el pie.

Vasos comunicant­es.

En esa teoría sobre la particular reciprocid­ad entre Real Madrid y Barcelona, que tan bien explicó Alfredo Relaño, resulta que al Barça, peor gestionado, en quiebra técnica y con sus elecciones en el aire en este momento, le va cuadrando su apuesta por los chavales. Ansu Fati y Pedri suenan a proyectos importante­s incluso para la Selección; De Jong empieza a coger el vuelo que tenía en el Ajax y hasta a Araújo y Mingueza ya les sienta medio bien la zamarra azulgrana. En un año tan excepciona­l en todos los sentidos, Zidane podría no ganar títulos, pero costará más explicar de puertas para adentro que ni haya esbozado la transición. En este sentido, la estrategia del club y su entrenador están en las antípodas. El técnico francés está obligado a repensar su fórmula del éxito.

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