AS (Catalunya)

El Barça suda sangre

Koeman tuvo que sacar la artillería para remontar el gol inicial del Rayo ● Messi y De Jong, autores de los goles ● El Barça chutó tres veces al poste

- SANTI GIMÉNEZ

El Barça ha venido a esta Copa a sufrir. En Vallecas vivió otro parto para sellar su clasificac­ión para los cuartos de final de la competició­n tras ganar al Rayo en Vallecas por 1-2 en un partido en el que los blaugrana estuvieron al borde del abismo. Tras estrellar tres balones en los postes, los de Koeman sólo pudieron remontar el tanto local después de que Koeman se viera obligado a sacar la artillería tras comprobar de nuevo que hay suplentes que no están a la altura del equipo.

Optó Koeman por un equipo titular con reparos. Regresaba Messi al once, aunque no dio signos de entrar en el partido hasta bien entrada la primera parte, y a su alrededor montó Koeman un equipo en el que entró Trincão en la delantera conformand­o un ataque con Griezmann formado por tres zurdos. Riqui jugó para dar descanso a Pedri y Junior hizo lo propio con Alba.

Los cambios no afectaron a la teórica superiorid­ad del Barça, que dominaba el partido, pero no pudo esconder que se sentía muy incómodo ante la presión del Rayo, que durante buena parte del partido logró cortocicui­tar el juego blaugrana, al que le faltaba continuida­d.

Con el partido moviéndose a arreones, el Barça tuvo oportunida­des para adelantars­e en el marcador y poner el duelo cuesta abajo, pero falló en todas ellas. Unas las falló por el acierto de Dimitrievs­ki, que estuvo fenomenal ante un cabezazo de Araújo y a un tiro de Trincão. Otras las falló por centímetro­s cuando De Jong y Riqui dispararon al palo en la primera parte y Messi al inicio de la segunda. También influyó el hecho de que dos caídas del extremo portugués en el área no se considerar­on penalti.

Por su parte, el Rayo se limitaba a complicarl­e de entrada la vida a su rival a la espera de que llegara su momento en alguna pérdida de balón de los barcelonis­tas o en una jugada a balón parado. En la primera parte, los de Iraola avisaron con dos faltas laterales en las que los rematadore­s del Rayo ganaron claramente la partida a sus marcadores, pero Neto estuvo atento.

A la media parte, el partido estaba donde quería el Rayo y el Barça empezaba a plantearse de nuevo su problema de efectivida­d de cara a la puerta rival. La cuestión estaba en cómo ambos equipos iban a gestionar esa situación de cara al segundo tiempo.

Y ahí es donde el Rayo dio un paso adelante. Iraola dio entrada a Álvaro

García, que revolucion­ó el partido. Su velocidad al espacio retrató a Junior, su regate sentó a Lenglet y su centro lo empujó a la red Fran García tras el tímido rechace de Neto. Todo lo que le podía salir mal al Barça, le estaba saliendo.

Para tratar de evitar la tragedia, Koeman dio entrada a Riqui, Alba y Dembélé. Sacaba el holandés la artillería para en 25 minutos rescatar al equipo de otro desastre. El arreglo dio resultado instantáne­o. Al minuto, Alba rompió la defensa y salvó el portero local y al minuto siguiente, Messi empató a asistencia de Griezmann.

Con los cambios, el Barça había encontrado la manera de aprovechar la autopista de la banda izquierda que Junior convirtió en un camino de cabras, pero con Alba, la cosa fue diferente. A los 80 minutos, Messi volvió a conectar con el lateral catalán que sirvió la asistencia para que De Jong, el mejor del partido, marcara el segundo tanto. El sueño del Rayo había durado un cuarto de hora, el sufrimient­o del Barça duró hasta el último minuto después de que Messi fallara la sentencia por adornarse demasiado y el Rayo asediara la portería de Neto con Dimitrievs­ki subiendo a rematar las faltas laterales. Un parto.

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