AS (Catalunya)

El Madrid supo a poco

El equipo de Zidane abrumó, pero se atascó en el remate ● Courtois fue un espectador ● Isco, titular, estuvo notable

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pasado por alto el alemán Stieler en un planchazo del meta al propio Vinicius en una salida a todo o nada. Error por error, y la Atalanta con diez con casi hora y cuarto por delante. Y de inmediato, el segundo percance: la lesión muscular de Zapata, nueve de referencia. A Gasperini se le iba el partido del siglo por dos fugas inesperada­s.

El Madrid, con este doble golpe de viento de cola, fue abandonand­o su visión académica del duelo. Progresiva­mente pasó de supervivie­nte a dominante, consciente de que podía bajarle la persiana a la eliminator­ia, pero Isco tiró por la organizaci­ón en lugar de por la definición, Vinicius apenas prosperó y Asensio sabe a muy poco. Eso dejó un Madrid más recolector que cazador, aunque se encontró con algunas oportunida­des notables: un disparo cruzado de Nacho tras incursión sorpresa, una media vuelta mordida de Isco, un disparo lejano de

La historia está del lado del Real Madrid: sólo ha dejado de pasar la eliminator­ia dos veces en competició­n europea tras ganar en la ida fuera de casa. Eso sí, son dos recuerdos que dejaron huella: ante el Odense en la Copa de la UEFA 199394 (2-3 y 0-2) y el Ajax, en la Champions League 201819 (1-2 y 1-4).

Modric y otro de Vinicius, un cabezazo blandengue de Asensio, otro de Casemiro que Gollini rechazó con el pecho... El Madrid se marchó al descanso con el partido en la palma de la mano y también con el recurrente reproche de no echarle el lazo por falta de pólvora.

La Atalanta se vio condenado a un papel que no se sabe, defender en su área, achicar agua, olvidarse del gol. No es su fuerte. El Madrid, convencido ya de que el blanco se había vuelto fácil, apretó arriba, recuperó pronto y llegó con frecuencia al área. Modric, Vinicius y Kroos tuvieron el gol muy a mano, pero sus disparos encontraro­n siempre un roce providenci­al en los zagueros de la Atalanta.

Con tanto tráfico en área neroazurra el cuerpo pedía a Mariano y con media hora por delante Zidane decidió que era el único capaz de apretar el gatillo. Relevó a Vinicius, aunque había comprado más papeletas Asensio. Gasperini se resignó a ese 0-0 que le espanta. Por eso cambió el olfato de Muriel por la zurda experta de Ilicic, pero sin doblar su ataque. No era el día.

Al Madrid empezó a hacérsele tarde. Con el físico de punta en blanco no se cobró la pieza y pasada la hora de partido comenzó a flaquear. La cadena de oportunida­des de medio pelo se vio interrumpi­da. El partido seguía siendo monocolor, con Courtois de oyente, pero el Madrid había bajado ya el volumen ofensivo por falta de fuerzas. Demasiados partidos concentrad­os en las mismas piernas. Con el oxígeno llegaron Arribas y Hugo Duro, reclutas en el frente. La solución no estuvo ahí, sino en un derechazo colocado de Mendy desde el borde del área. Extraño, pero de platino.

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