AS (Catalunya)

Bajo el influjo del Di Stéfano

- JUAN CRUZ

Luis Landero, extremeño de 72 años, artista de la guitarra y de la literatura, uno de los grandes escritores españoles, autor de libros de la excelencia de El balcón en invierno, Lluvia fina y El huerto de Emerson (todos en Tusquets), mantiene por el fútbol la pasión que tuvo en la infancia. El Clásico es el vértice de su temporada de madridista, y desde ese punto de vista blanco atiende a AS.

—¿Qué lo llevó al fútbol?

—El patio del colegio, con ocho años. Nos llevaban un domingo al Metropolit­ano y al otro a Chamartín. No olvidaré nunca al final del domingo la retahíla de los resultados. Era el anuncio de la tristeza de que el lunes ya estaba allí. Había un cura que ponía la radio cuando íbamos a cenar. De adolescent­e jugaba en el Clesa, de blanco, como tiene que ser. Competíamo­s con otras empresas. Ahí me hice del Madrid. Era un poco del Bilbao, como casi todos, pero a esa edad pensábamos en fichar por los juveniles del Madrid. —¿Qué le transmitía la pertenenci­a al Real Madrid? —La fascinació­n de los nombres. Un compañero uruguayo que se llamaba Arguedas me hablaba de los nombres. Amancio asomaba por ahí. Ya era historia Di Stéfano. Esos nombres alcanzaban una resonancia mítica, como los héroes de los Cantares de Gesta… Los idealizaba: eran maravillos­os. En mi pueblo, Alburquerq­ue, mi padre me hacía retransmit­ir partidos, ¡y tenía ocho o nueve años! Me metía en la alacena, porque me daba vergüenza, y me inventaba los pases de Di Stéfano y los disparos de Puskas… ¡Y todos me aplaudían, orgullosos!

Siempre he defendido que partidos de altísima enjundia como el del pasado martes ante el Liverpool o el de esta noche con el Barça deberían haberse jugado en la majestuosi­dad del Bernabéu, incluso rodeados de grúas gigantes, andamios y camiones cargados de arena. Pero la pataleta ‘paleta’ de Klopp, ninguneand­o el Di Stéfano de Valdebebas como si fuese el campo de Millwall, me ha tocado el orgullo hasta el punto de que ahora no quiero solo eliminarle­s el miércoles, quiero ¡Rial, Kopa, Santamaría… todo eso era la leche! —¿Percibió que el fútbol era de perder y ganar, de más. Humillació­n. Hasta que la situación sanitaria permita la añorada vuelta de los aficionado­s a su santuario de La Castellana, convirtamo­s el coqueto campo de Valdebebas en un fortín inesperado. No hay público, pero tras sus gradas vacías hay miles de corazones blancos empujando como un tornado desatado.

Me gusta la sabiduría madridista y reposada de Luis Landero, al que no le pueden vender pollinos envidiar o congratula­rse? —Eso ya fue un poco más tarde. Me dediqué a la guitarra y a otras farándulas y dejé el fútbol a un lado… En casa no había televisión. Pero me acuerdo cuando en el 66 el Madrid ganó la Sexta. 2-1 al Partizán de Belgrado. Araquistai­n porque Betancort estaba lesionado. Sanchís, De Felipe, Pachín, Velázquez, estaba Pirri, claro, estaba Zoco, y al frente Amancio, Serena, Grosso y Gento… Amancio ha sido de los grandes del Madrid, y no recuerdo por qué ahora está tan olvidado. ¡Fue el después de ver como yo a Netzer y ‘Pinino’ Mas (yo tenía ocho añitos cuando les vi por primera vez en el Bernabéu en un Madrid-Las Palmas). Claro que esta noche Messi o Pedri nos pueden hacer daño. Pero si yo fuera culé estaría temblando ante un rival que tiene una medular con Casemiro-Kroos-Modric (la Biblia del fútbol) y un ataque con Asensio (caviar), Benzema (porcelana de Versalles) y el gran Vinicius (Corcovado con botas). El Madrid es el rival a batir. Nunca lo olviden.

A sus 72 años, el autor de ‘El balcón en invierno’ o ‘Lluvia fina’ mantiene por el fútbol la pasión que tuvo en la infancia y analiza el Clásico, vértice de su temporada

verdadero sucesor de Di Stéfano! ¡Una clase, una elegancia! Lo llamaban El Brujo, y era en efecto un brujo.

Amancio “No recuerdo por qué está olvidado. ¡Fue el sucesor de Di Stéfano!”

Nuevo ciclo “Todos los futboleros decimos alguna vez: ‘Mejor haber perdido”

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