AS (Catalunya)

El Liverpool recupera las llaves de Anfield

Los ‘reds’ consiguen su primer triunfo en casa en 2021

- ÁLVARO DE GRADO / LA CRÓNICA

Se mire por donde se mire, Real Madrid y Fútbol Club Barcelona salieron ayer noche a jugarse media Liga en un campo de entrenamie­nto. No es una excusa de mal pagador (qué vamos a excusar, visto lo visto) pero lo cierto es que todo queda un tanto deslucido sin el contexto monumental que imprimen al Clásico los grandes estadios. Entre la pandemia, las obras faraónicas en el Bernabéu y una cierta complicida­d de LaLiga -que se plegó sin pensárselo demasiado a la petición del Madrid- los jugadores del Barça saltaron ayer al campo sin el acicate emocional que implica la oportunida­d de profanar el templo rival: lo sé, algo habrá que objetar.

Por lo demás, a mí, que ganase el Barça o perdiese el Madrid, me daba un poco lo mismo: estaba dispuesto a celebrar ambas cosas. Incluso un empate parecía servir de antemano como excusa perfecta para descorchar un benjamín de champán y subirme al sofá como si fuera el rey del mundo. En la vida conviene ser ambicioso pero no demasiado, me parecía especialme­nte goloso si tenemos en cuenta que este campeonato parece destinado a decidirse al final. “Pequeñas conquistas”, suele repetir mi psicólogo. Y el Barça saltó con la camiseta más bonita de los últimos años: hasta ahí la euforia.

Estás preparado?”, Me había preguntado mi madre la tarde anterior. Intentaba yo cruzar el pasillo en silencio, pasando desapercib­ido, pero las madres merengues vienen equipadas con un radar biológico capaz de detectar cualquier movimiento azulgrana a sus espaldas. “¿Qué pasa mañana?”, le contesté haciéndome el loco. “Ah, no lo sé. Pero tu padre lleva dos días sin comer, algo pasará”. Es lo que Valdano definió en su día como miedo escénico. Y eso, cuando uno visita al Madrid, se puede sentir en el Santiago Bernabéu, en el jardincito alternativ­o de Valdebebas o en el salón-comedor de mi casa. Visto el resultado, ojalá se hubiese jugado en un sótano oscuro… O en la arena blanca de la playa favorita de Benzema, con chuzos de punta.

El Liverpool vuelve a tener las llaves de Anfield. Ha sido al octavo partido de 2021, después de seis derrotas y un empate en su feudo, donde sólo habían registrado un gol a favor, cuando los de Jürgen Klopp han sumado tres puntos como locales en la Premier League. Ha sido, eso sí, en el minuto 91: Alexander-Arnold recogió el balón en el pico del área tras un paradón de Emi Martínez, se perfiló hacia adentro y mandó su disparo al palo largo. Gol, 2-1, remontada y victoria para coger carrerilla antes del partido más importante que tienen. Con dos goles a favor en Anfield por primera vez en este año, los reds necesitan como mínimo el mismo número de tantos a favor si quieren eliminar al Real Madrid el próximo miércoles.

Klopp sólo realizó dos cambios con respecto a su alineación en Valdebebas. Mané y Keita perdieron su sitio para dar entrada a Firmino y Milner, por lo que la mayoría de futbolista­s se ha tenido que emplear

Ya me parecía a mí que este campeonato está destinado a decidirse al final

a fondo pocos días después de la ida ante el Madrid y pocos días antes de la vuelta. No sorprende: si no gana la Champions –y eso supone por supuesto remontar la eliminator­ia de cuartos–, la única opción de clasificar­se es entrando entre los cuatro primeros de la tabla… y el Liverpool todavía no está entre ellos.

Watkins golpeó primero para los visitantes. Kabak no midió bien y Alisson no acertó a detener el balón, por lo que el punta inglés, con su 12º gol de la temporada, adelantó al Aston Villa antes del descanso. Instantes después, el VAR anuló un gol a Firmino por un fuera de juego milimétric­o, pero al Liverpool le quedaba toda la segunda mitad para seguir apretando.

Primero fue Salah quien hizo el empate, colocándos­e como máximo artillero de la liga inglesa junto a Harry Kane (19 goles). Antes, el egipcio y Jota, que fue titular, desaprovec­haron las mejores oportunida­des. Entre el gol de Salah y el anterior del Liverpool en Anfield habían pasado casi 13 horas de fútbol, una eternidad, una anomalía para un equipo tan ofensivo. En el último suspiro, el gol de Alexander-Arnold impulsó a los reds hasta una quinta posición provisiona­l que, todavía a la espera de que sus rivales jueguen sus partidos, no les llega para meterse en Champions vía Premier.

Bálsamo El rival del Madrid sumaba 13 horas sin marcar en su feudo

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Alexander-Arnold ejecuta el lanzamient­o del gol que dio la victoria al Liverpool ayer contra el Aston Villa.
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Messi se cambia la camiseta durante el Clásico.

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