“Podría estar en Miami al sol y va de reto en reto”
Dueñas y Angulo recuerdan los Clásicos con Gasol
Pau Gasol debutó con el Barça en enero de 1999 y en el verano de ese año se colgó el oro en el Mundial júnior. Al siguiente curso empezó a acumular minutos y fogonazos, como aquella irrupción con 11 puntos en la segunda parte del duelo de cuartos de Copa ante el Madrid en Vitoria 2000. Arrancaba su meteórica carrera, en la ACB y en los Clásicos, de hecho, apenas era su segundo duelo ante los blancos. Un año y medio después, en el verano de 2001 volaba a la NBA. Entre el 11 de diciembre de 1999 y el 21 de junio de 2001, cuando se despidió del baloncesto europeo tras resquebrajar al Madrid en la final (22 puntos y 37 de valoración en el 3-0), acumuló 13 Clásicos con un protagonismo creciente (balance de 9-4).
Roberto Dueñas lo disfrutó como compañero y Lucio
Angulo lo sufrió como adversario. El exalero madridista lo recuerda así: “Su evolución fue rapidísima, tenía mucho talento y un físico por desarrollar, pero mentalmente era un privilegiado. Recuerdo la Copa de Málaga 2001, la de su explosión (25 puntos). Preparamos la final sin centrarnos mucho en él. Sabíamos que podía botar, rebotear y hacer muchas cosas, pero de la manera en la que las hizo… Cada vez tenía más confianza, igual que Navarro. Iturbe era el jugador que Scariolo prefería para defenderle, porque entonces Pau jugaba también de alero. Tres meses después en la final de Liga ya era indefendible, había dado un salto brutal y que se marchara a la NBA tuvo algo de liberación como rival, hubiera ayudado a pagar su cláusula (se ríe). ¿Cómo de decisivo puede ser ahora? Su vuelta es fantástica, podría estar tomando el sol en Miami y va de reto en reto”. Lucio nos recuerda una anécdota en la Selección, en la que después de un roce en Liga, Imbroda les puso a compartir habitación: “Dejamos las maletas, nos miramos y empezamos a reírnos”.
Su excompañero Dueñas rememora cómo “a los dos meses”, el fichaje estrella, Seikaly, “se quería ir y Aíto apostó por Gasol”. “Se empapaba de todo muy rápido, solo había que chincharle un poco para que mantuviera la intensidad. Su nivel fue subiendo y cuando un rival se encuentra a un jugador así, hasta el punto de que te hace sentir inferior, solo queda felicitarle. Ganamos Copa y Liga y en la Euroliga nos eliminó el Benetton porque Pau estuvo con apendicitis. Viendo su nivel hubiéramos podido ganar el título. Ahora, 20 años después, puede desquitarse. Si el pie le aguanta, aportará cosas que le hagan ser decisivo a su manera”.