Anfield, campo de entrenamiento
Con el Madrid pocas bromas si nos referimos a su dimensión institucional y afectiva dentro del contexto competitivo de la Champions. Recordarán que horas antes del partido de ida jugado en Valdebebas, Klopp se atrevió a decir, con un tono condescendiente, que el Di Stéfano le parecía “un campo de entrenamiento”. Jorge Valdano, que en el Madrid ha sido jugador, entrenador, director deportivo y portavoz, replicó al técnico alemán con un zasca memorable:
“Cuando el nuevo Bernabéu esté acabado el que va a parecer un campo de entrenamiento es Anfield”. Klopp, un tipo que se maneja mejor en la sonrisa facilona que en el sarcasmo sutil, quiso rectificar en la víspera del partido de vuelta, pero ya era tarde. Si al Madrid le tocas la moral y el orgullo, no sabes lo que te espera.
En realidad, la profética frase de Valdano tuvo una avanzadilla el miércoles en este legendario escenario. Anfield no se comió a nadie. Sus gradas vacías no pudieron celebrar ni un solo gol de los red. Y menos de su estrella Salah, que falló más que una escopeta de feria. Esta vez no podrá el egipcio utilizar como excusa la incómoda presencia de Sergio Ramos, al que le demonizaron por un agarrón mutuo en el que Salah salió perdiendo por caer en mala posición. Por eso el mejor es Zidane. No se mete con nadie, es respetuoso con todos y, cada por tres, levanta una Champions. Un mago.