La mutación continua del Real Madrid
El técnico francés domina la Champions y ganó 10 de 11 cruces ● Funcionó su arenga tras la última derrota: 14 duelos invicto ● Este curso experimentó con varios dibujos para hacer frente a las bajas Rescatados Encontró roles de peso a Vini, Nacho, Militao
Tras dos temporadas cayendo en octavos, el Madrid vuelve a las semifinales de la Champions, el territorio en el que Zidane hace magia. El técnico rompió su semblante de hombre tranquilo hace más de dos meses, tras la última derrota blanca (1-2 contra el Levante) para pedir respeto y crédito para este vestuario: “Ganamos la Liga hace un año; no hace diez, hace un año. Yo no lo voy a dejar, los jugadores tampoco”. Once victorias y tres empates después, el Madrid es segundo en Liga, a un punto del Atleti (llegó a estar a diez, y con los de Simeone a falta de un partido por disputar) y está entre los cuatro mejores de Europa, camino de la que sería su quinta final en las últimas ocho ediciones de Champions. El pase a semifinales llegó tras una exhibición defensiva en Anfield para proteger el 3-1 cosechado en la ida. Una nueva muestra de que Zidane, que sigue arrastrando el sambenito de entrenador sin demasiado fondo táctico, también es capaz de sacar petróleo de la táctica cuando cree que sólo con el talento no le va a alcanzar. Esta temporada se está viendo su versión más experimental en lo que al dibujo se refiere: empezó con un 4-4-2 en rombo, con dos puntas; luego regresó a su 4-33 clásico; y en los dos últimos meses ha ido introduciendo un 5-3-2 con dos carrileros y tres centrales con el que afianzar al equipo atrás y sacar además las últimas gotas de talento de Marcelo. Contra el Liverpool tiró de Valverde como lateral derecho (su confianza en Odriozola es nula) y se centró, durante toda la eliminatoria, en evitar que los de Klopp desbordasen por fuera con sus larguísimos laterales. Como entrenador del Madrid, Zidane ha ganado dos Ligas, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, dos
Supercopas de España... pero si algo define su relación con el club blanco es la Champions: tres títulos como entrenador, otro como segundo de Ancelotti y uno más como jugador, con voleón precioso incluido. Sus registros en la Copa de Europa como técnico no admiten discusión: ha ganado en diez de las once eliminatorias en que ha participado (sólo cayó en octavos ante el City en la 2019-20). Con la
Liga y la Champions en el radar, Zizou busca ampliar su ya abundante lista de trofeos: en menos de un lustro, once copas, a tres del mejor de la historia blanca (Miguel Muñoz, 14).
El marsellés ha logrado que el Madrid llegue a este momento con todas las opciones en Liga y Champions pese a las enormes dificultades que ha planteado esta temporada, la primera íntegramente en pandemia, en el terreno de la preparación. La enfermería blanca no ha parado de registrar ingresos y el Madrid se ha tenido que apañar en varios tramos sin Ramos, Carvajal, Hazard... Lucas fue el último en caer. Zidane (que llegó a mandar un recado a sus propios compañeros de club: “Lo de las lesiones no es mala suerte. Estoy preocupado”) moduló la propuesta en función de los disponibles y supo apoyarse en canteranos para dar refresco; el volante Arribas ha sido especialmente utilizado, es de esperar que su papel crezca el curso que viene.
En esas circunstancias, además, recuperó para la causa a jugadores que parecían descartados para el presente y el futuro a corto plazo. Vinicius, el gran artífice del pase a semifinales con su doblete al Liverpool en la ida, es el caso más evidente. En la defensa, reconvirtió a un Lucas Vázquez sin sitio arriba en un lateral de garantías y le dibujó un futuro, en el momento en que el gallego más lo necesitaba, a meses de acabar su contrato en el Madrid (sin renovación aún). Sin Ramos ni Varane, confió de lleno en Nacho y Militao, y los dos le respondieron con nota: impecables ante Liverpool, dos veces, y Barcelona. Y ahí está también Asensio, al que recetó un breve paso por el banquillo y logró la reacción esperada: cuatro goles en cuatro partidos consecutivos. Incluso aquellos que no cuentan, como Mariano u Odriozola, disfrutaron de sus momentos para sentirse parte de los éxitos que ahora brotan.
El liderazgo en lo táctico y la preparación de los partidos del técnico impulsan a los blancos. El renacimiento.
Hace tiempo que se dio por muerto al Madrid, no sin razones, pero Zidane lo ha vuelto a hacer. El giro exitoso en el tramo decisivo de la temporada remite a la vigencia de Casemiro, Modric, Kroos y Benzema, pero también a la tutela táctica de un entrenador tantas veces menospreciado. Su obra se contempla desde el relato, el equilibrio y la versatilidad de los dibujos. El Madrid se mueve igual de convincente cuando juega en 1-4-3-3 como cuando lo hace con tres centrales o mete un cuarto centrocampista.
El plan de partido.
Si algo ha diferenciado al Madrid en las últimas semanas, es su capacidad para jugar a distintas cosas. Zidane ha demostrado una inteligencia máxima. En Bérgamo, contra el Atalanta, exigió extremar la secuencia de pases desde atrás para atraer al adversario e Isco actuó como falso nueve con el objetivo de abrir espacios para las rupturas de otros compañeros. Contra el Liverpool apostó por Vinicius y Asensio para atacar la profundidad ante la adelantada defensa red. De distinta forma, repitió la fórmula de las transiciones en el Clásico —22 contraataques— con la salvedad de alinear a Valverde para taponar a Jordi Alba casi como un quinto defensa. Y en Anfield, frente a los síntomas de cansancio, promovió un bloque bajo defensivo a sabiendas de las carencias del Liverpool en los ataques posicionales. Zidane se adapta a cada contexto. Es un entrenador camaleónico.
La salida de balón.
Desde esta perspectiva, pocos técnicos poseen la imaginación de Zidane en la construcción del juego. Los laterales, especialmente Mendy, aparecen en zonas interiores, mientras que Kroos abre su posición, Modric gana altura para un segundo pase y Benzema acude al apoyo entre líneas. Pero esta solo es una posibilidad entre las muchas que maneja Zidane. Sin ir demasiado lejos, Kroos hizo de ‘5’ entre centrales ante el Liverpool y dejó a Klopp sin respuesta. Cada equipo que realiza una presión alta ante el Madrid se expone a quedar en evidencia ante el talento blanco y las diferentes variantes que ofrece el técnico francés.
La credibilidad atrás.
Al igual que en el final del curso pasado, Zidane ha logrado armar la estructura defensiva. El rigor es máximo y nadie regatea un esfuerzo. Las coberturas de Militao ante Mané o la oscura faena de Benzema (cinco robos el pasado miércoles) y Asensio en Anfield son un ejemplo. El Madrid ha aprendido hasta a protegerse con todo el bloque en terreno propio y no sufrir en exceso. Es un equipo reversible y altamente competitivo. Creación de Zidane.