AS (Catalunya)

Iván Helguera “Lo de Las Rozas ha sido un golpe duro, he sufrido mucho”

Su primera experienci­a como técnico no ha podido ser más desalentad­ora. Destituido a los cuatro partidos, después de vivir una serie de situacione­s rocamboles­cas intenta recuperars­e del golpe y asegura que no desistirá en su intento de hacer carrera en el

- ENRIQUE ORTEGO

Iván Helguera (Santander, 46 años) es otro de los ‘hijos’ de Vicente del Bosque que hace unos años decidió mantener viva su conexión con el fútbol y se hizo entrenador. Como Fernando Hierro, Míchel Salgado, Karanka, Guti, Morientes, Celades, Solari, Raúl… Al cántabro no le había llegado la oportunida­d hasta esta temporada. Su bautismo fue con Las Rozas FC, en Segunda B. Nombrado en mayo de 2020 en pleno confinamie­nto, fue destituido de mala manera a mediados de noviembre, al cuarto partido después de un empate y tres derrotas. Han pasado cinco meses e intenta superar el trance, pero, cuando recuerda los acontecimi­entos, su rictus denota cierta tristeza y su voz suena a pura indignació­n.

—El cuerpo se me ha quedado mal. No podía hacer más de lo que hice. El club no me ayudó en nada. No me hacían caso. Nadie espera que su primera oportunida­d como entrenador salga de esta manera. Tenía muchísimas ganas, muchísima ilusión. Al ser contratado durante el confinamie­nto tuve más tiempo para prepararme para lo que viniera. Sufrí bastante, lo tengo que reconocer. No era ni lo que pensaba, ni lo que me habían vendido. Soy una persona bastante sentimenta­l. No solo es trabajar sobre el campo. Soy de los que me llevo muchas cosas a casa. Cosas de los jugadores, del cuerpo técnico, del presidente… Me fui dando cuenta de que ser entrenador no es tan fácil como se ve desde fuera. Y si además no te ayudan los resultados, pues el resumen es que mi primera experienci­a ha sido bastante mala. —¿Se considera engañado? ¿Qué paso exactament­e? —Ha sido un golpe duro. Me sorprendió porque el anterior entrenador empezó igual, sin embargo, le aguantaron y acabó la temporada. Al equipo le faltaba mucho gol. Nos costaba. En la Copa Federación ganamos los tres partidos con muy buen juego. Pero llegó la Liga y no fue lo que me esperaba. Perdimos tres partidos en los que se podía pensar que se podían ganar. No creo que jugáramos tan mal como para echarme de esa forma. Por lo menos intentábam­os salir con el balón jugado, ser protagonis­tas del juego. Uno de los pocos equipos que lo hacíamos en la categoría. Me echó el director deportivo. El presidente nunca me dijo nada. —En esos meses hubo momentos en los que se tuvo que hacer cargo de algunos gastos porque el club no podía o no atendía sus necesidade­s. —Pedí unos chalecos para la preparació­n física y nunca los tuve. Tuve que comprar y pagar una máquina de hielo, una bomba automática para hinchar los balones… Eso no me lo esperaba en un club de Segunda B. Me esperaba más profesiona­lidad. Pensé en marcharme incluso antes de comenzar la Liga. Veía que nada de lo que me habían prometido se había cumplido. Pero había hablado con varios jugadores y algunos habían venido porque yo era el entrenador de Las Rozas. Era el caso de cuatro futbolista­s franceses, tres de la cantera del Real Madrid.

No me parecía lícito dejarles tirados…

—Veo que no lo ha superado todavía, le noto muy bajo… —Es que no lo puedo olvidar, no se me pasa. Y eso que tengo experienci­as parecidas como jugador. No esperaba sufrir tanto. Al principio lo pasé bastante mal, pero poco a poco intento pensar que todo no va a ser así. Tan malo no puede ser. El fútbol sigue siendo mi vida. Soy de esos que puede decir bien alto que siempre le ha gustado el fútbol. Es verdad que no estoy todavía como para confiar en cualquier persona que venga y me ofrezca un proyecto, pero me tengo que sobreponer e ir viendo cosas ya para la temporada próxima. He hablado con varios representa­ntes, ha habido algún club. No tengo prisa. He aprendido que tengo que hacer bien las cosas y no dejarme llevar más por el impulso de querer entrenar a toda costa. Por ejemplo, de los 23 jugadores que tenía, apenas seis o siete habían pasado mi visto bueno. El resto, no. Eran jugadores que me puso el club o el director deportivo. Fichaban lo que ellos querían sin tener en cuenta a su entrenador. A partir de ahora seré menos confiado. —Volvería a probar en Segunda B…

—Sí. La categoría me ha gustado. Sé dónde estoy. Por supuesto que me gustaría entrenar en Segunda, pero lo importante es el proyecto, las personas, el club. No voy a ir por ir. Para ser entrenador hay que ser fuerte. No te puedes llevar por sentimenta­lismos. Hay que trabajar con mucha gente a tu alrededor, pero al final el líder tienes que ser tu.

—Lo que no va a cambiar es de ideas. Se mantiene en sus pensamient­os futbolísti­cos. —Eso seguro. Quiero jugar bien, tener el balón, jugar desde atrás, atraer al rival… Por supuesto hay momentos en los que tienes que despejar y mandar balones largos. Es lo que me gustaba de jugador. Es lo que me han enseñado. Sabía que con Las Rozas iba a ser complicado. Era un equipo formado para mantenerse, pero lo intentamos. Yo me fijo en el Madrid, cuando lo hace, el Barcelona, el Liverpool, la Real...

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