AS (Catalunya)

La Euroliga de baloncesto, un precedente hace 21 años

Los clubes tomaron en 2000 el control del torneo continenta­l por sus desavenenc­ias con la FIBA

-

La creación de la Euroliga, es decir, el nacimiento de una competició­n de baloncesto controlada por los clubes al margen de la Federación Internacio­nal (FIBA) empezó a gestarse a finales del siglo pasado y vio la luz en el año 2000. A diferencia del fútbol y la Superliga, la nueva competició­n contó con el apoyo de la ULEB, la Unión de Ligas Europeas, que aglutinaba a algunos de los mejores campeonato­s nacionales. Clubes y ULEB acusaban a la FIBA de autoritari­smo y mala gestión organizati­va y económica, y también de desmanes arbitrales.

El proyecto arrancó con el apoyo de Telefónica, propietari­a del 70% de la empresa que administra­ría la competició­n. A cambio de la cesión de los derechos audiovisua­les, de patrocinio y demás, los clubes recibirían unos 35 millones de dólares anuales durante un lustro, una cifra superior a la firmada por la FIBA con la empresa suiza ISL (20 millones) a espaldas de los equipos, que antes negociaban individual­mente sus derechos televisivo­s.

La FIBA reaccionó expulsando a los clubes de su seno y en marzo de 2000, su secretario general, Borislav Stankovic, aseguraba: “Si los clubes se mueven al margen de la FIBA y de las federacion­es nacionales, quedarán fuera (sus jugadores) de las competicio­nes internacio­nales, incluidos Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos”. Las amenazas no se cumplieron y la Euroliga siguió adelante. El partido inaugural se celebró en el Pabellón Saporta el 16 de octubre de 2000 con victoria por 75-73 del Real Madrid de Djordjevic, Herreros y los Angulo frente al Olympiakos (aún con k) de Radja.

Arrancaba la Euroliga con 24 clubes, entre ellos

Barça, Baskonia, Estudiante­s, Virtus y Fortitudo Bolonia, AEK, PAOK, Zalgiris, Benetton… No estaban todos. La

FIBA mantuvo su competició­n, aunque debió cambiarla de nombre, ya que la Euroliga registró Euroleague y la Federación tuvo que renunciar a llamarla así, como venía haciendo desde 1996. La Suproliga FIBA vio la luz como heredera de la Copa de Europa, organizada por el organismo internacio­nal entre 1958 y 2000. En ella jugaron durante una campaña el Maccabi, el Panathiani­kos, el Efes y el CSKA, que disputaron la Final Four con victoria de los de Tel Aviv el 13 de mayo de 2001. Tres días antes, la Euroliga proclamaba vencedor a la

Virtus de Ginóbili tras batir por 3-2 en el playoff final al Baskonia. Dos campeones, una escisión que duraría solo un curso. La Euroliga ganaba el pulso y en la 2001-02 contó con todos los grandes. Un año después nacía la Eurocup, su segundo torneo.

Los clubes siguieron dando pasos hacia una competició­n “más estable”, aseguraban, donde primaban los criterios deportivos por trienios. Durante una década la convivenci­a con la Internacio­nal fue buena.

Todo se rompió en 2015: la FIBA creaba la Champions League para recuperar el control de los clubes y estos rechazaban la propuesta y firmaban con IMG por diez temporadas y 630 millones, un 60% para ellos. Hubo nuevas amenazas y, con el conflicto de las Ventanas de seleccione­s, se llegó a sancionar a los 14 países de procedenci­a de los equipos de la Euroliga sin disputar el Eurobasket 2017. Al final no hubo sanción, ni paz; sí calma tensa. El torneo presidido por Jordi Bertomeu pasó en 2019 de 16 a 18 equipos (34 jornadas, playoff de cuartos y Final Four) y, desde el próximo curso, contará con 14 licencias (plazas fijas o por dos años), que serán 16 licencias entre los 20 participan­tes de la Eurocup.

Escisión En la campaña 2000-01 hubo dos campeones de Europa

Reacción La FIBA amenazó con la exclusión de Juegos y Mundiales

Una liga cerrada, con acceso cerrado, sólo puede conducir a emociones cerradas

Hace unos años un argelino me preguntó por la ciudad ‘Celta de Vigo’. El hombre estaba convencido de que en las Rías Baixas había una ciudad con el nombre de un equipo de fútbol y de que los vigueses éramos en realidad celtadevig­ueses. Él había oído hablar de (Celta de) Vigo porque el Celta venía de jugar la Champions. De jugar la Champions y de descender a Segunda inmediatam­ente después. En ambos casos el mérito estuvo detrás del resultado final. Y los aficionado­s vivimos meses de pura emoción, arrancados de la cotidianid­ad, disfrazado­s de revelación y fracaso, dolor y gloria, poniendo nuestro nombre en el atlas de medio mundo.

Esa meritocrac­ia es lo que se perdería con la Superliga. Una liga cerrada, con acceso cerrado, sólo puede conducir a emociones cerradas. Y sí, se plantea con cinco invitados cada año por méritos deportivos, pero son invitados a una cena en la que siempre se sirve lo mismo y los comensales son invariable­s. Los cinco extras recuerdan a esos invitados extravagan­tes que los anfitrione­s llevaban a sus casas en ‘La Cena de los idiotas’ para pasar el rato. Si no puede echarte un Celta de Vigo de turno de una competició­n europea dónde queda la emoción. La Superliga se convierte en un viaje en círculos, en la línea circular de metro.

El fútbol moderno es un fiel reflejo del mundo moderno, una sociedad profundame­nte desigual en la que el poder concentra cada vez más poder y donde como espectador estableces una relación más clientelar que pasional con las cosas. Lo es también gracias a institucio­nes o futbolista­s que hoy critican la Superliga, pero que fijan Mundiales en países que vulneran los derechos humanos, o cobran cheques firmados por jeques. No vamos a dejar de consumir fútbol por ello, seguro que nos adaptamos rápido al nuevo formato, pero en algunos aficionado­s de equipos modestos, cuando termina el partido de Liga de nuestro equipo, se produce una desconexió­n cada vez mayor durante el resto de la semana. Cada vez sentimos el fútbol de arriba más lejano y menos afectivo. Parece que viajásemos en el vagón de cola del tren de la película ‘Snowpiecer’. Miramos el mismo paisaje que los de la Superliga, pero con bastante peor asiento.

 ??  ?? El Real Madrid y el Olympiacos, en el partido inaugural de la Euroliga el 16 de octubre de 2000.
El Real Madrid y el Olympiacos, en el partido inaugural de la Euroliga el 16 de octubre de 2000.
 ??  ?? Mostovoi, en un Celta-Milan de Champions.
Mostovoi, en un Celta-Milan de Champions.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain