Izagirre salva el honor
El triunfo español llegó el penúltimo día ● Froome se coronará hoy
Ion Izagirre salvó el honor del ciclismo español en una meta clásica del Tour: Morzine. El vasco de 27 años, que ya ganó una etapa en el Giro 2012, lanzó su arrancada definitiva en la peligrosa bajada del Joux Plane, donde dejó atrás a dos brillantes descensistas: Pantano y Nibali. En el grupo de los jefes no hubo novedades, a excepción de una ofensiva del Katusha con Purito para meterle entre los diez primeros, y un ataque lejano de Kreuziger que llegó a colocarle virtualmente en el cajón. Froome cubrió el recorrido sin sobresaltos, sin que nadie probara cómo se había recuperado de su caída del día anterior, y hoy se coronará por tercera vez en París. Bardet y Nairo le escoltarán en el podio.
Cuando los cronistas ya estábamos consultando cuándo fue la última vez que el ciclismo español se marchó sin victorias del Tour, apareció Ion Izagirre. Para no desperdiciar el dato, que sepan que ya hubo sequía en 2013 y 2014. No hace tanto. Anteriormente hay que irse a 1998, cuando las escuadras nacionales dieron la espantada por el caso Festina, y a 1996. La fuga. Pues bien, decíamos que apareció Ion Izagirre. El vasco se había colado en la fuga de 37 corredores que se formó en los primeros lances de la jornada. Allí estaban los aventureros habituales: Pantano, Alaphilippe, De Gendt, Zakarin… Ilustres como Nibali, Rolland, Rui Costa, Barguil... Un valiente Kreuziger impulsado por Sagan en busca de un podio imposible. Y dos españoles: Erviti e Izagirre. Estos dos ciclistas del Movistar, junto al portugués Oliveira, buscaban consolidar la clasificación por equipos y, de paso, buscar una victoria que salvara también el orgullo telefónico.
El Joux Plane iba a ser el juez de la última etapa alpina. Ahí llegaron destacados Pantano, vencedor en Culoz, y Alaphilippe, que cada vez recuerda más a Valverde. Ambos subieron a palo limpio: ahora te atizo yo, ahora me atizas tú. Por detrás venía un buen gallo de pelea, Nibali, que también tenía honores que salvar: el del Astana y el suyo propio. Enlazó con ambos y los remachó. No acabaría ahí la película. Izagirre también alcanzó al dúo, pero se llevó consigo a Pantano para formar el trío final.
Izagirre tenía un complicado escenario para buscar la gloria: en uno de los descensos más peligrosos, aderezado con lluvia, contra dos brillantes especialistas. A partir de ahora, habrá que meter también al vasco en ese club. Nibali se había caído con Froome el día anterior, Pantano se fue a la hierba en el Joux Plane... Quizá el miedo o el respeto agarrotaron sus piernas. O quizá, simplemente, el hambre de Izagirre era mayor. Morzine. El guipuzcoano inscribió su nombre en el palmarés de Morzine, donde ya lucían Ángel Arroyo, Eduardo Chozas y Carlos Sastre. De paso, el Movistar logró maquillar un triste Tour gracias a ese triunfo, al podio de Nairo (3º) y a la victoria en la clasificación por equipos, que tanto gusta a Eusebio Unzué. También se maquilló el rendimiento del ciclismo español, que coloca a dos ciclistas en el top-ten: Valverde (6º) y Purito (7º).
Por la general no hubo apenas batalla, salvo la jugada del Tinkoff, que se impregnó del espíritu del ausente Contador y metió a Kreuziger en la fuga. El checo estaba 12º en la general, a 9:45. Sagan tiró de su compañero durante kilómetros, poco antes de ser nombrado el más combativo del Tour. Se lo merece por cosas como ésta. Kreuziger llegó a ser virtualmente segundo, pero la etapa se le hizo larga: llegó sexto y acabará décimo en París.
¿Y Froome? Pues sus gregarios y sus rivales le llevaron a la sillita la reina hasta la meta. Nunca sabremos si le dolía algo del día anterior, porque nadie pretendió saberlo. Sólo él quiso ganar el Tour. Y lo ganó.
El podio Bardet (2º) y Nairo (3º) escoltarán hoy al líder, a quien nadie atacó