Cristiano busca cura en un partido venenoso
Un Dortmund metódico y su Muro amarillo amenazan al Madrid
No conviene tintar de amarillo ni la prensa, ni las alertas, ni los sindicatos ni los estrenos teatrales. Es el color del azufre de los infiernos, en la tradición cristiana, y el de las ciudades azotadas por una epidemia, en la Edad Media. También es el color del Borussia Dortmund y de ese muro al que se suben 24.000 hinchas (menos en la Champions, aunque a Klopp siempre le parecieron 150.000) para intimidar al adversario que pisa el Signal Iduna Park. Y el color con el que le han pintado la cara al Madrid en los dos últimos partidos de Liga. Así que el equipo de Zidane entiende que el compromiso de Dortmund está lleno de peligros: un rival joven y en forma, bien adiestrado, estruendosamente apoyado desde la grada y fortalecido por los últimos resultados ante el Madrid en casa (tres victorias en tres partidos). La única alternativa real al Bayern en Alemania.
Un adversario de altura en un momento de incertidumbre. En la relación de desdichas ocupan lugar preeminente las bajas
El once Incógnita en la portería, opciones para Kovacic y una BBC al completo
de Marcelo y Casemiro y el mal estado de Cristiano. Los dos primeros han acabado por convertirse en jugadores exclusivos por falta de recambio. El tercero está lejísimos de sí mismo. En su caso el efecto nocivo es doble: desarma al equipo y le avinagra el carácter de tal modo que el ambiente general se deteriora. En cualquier caso, no hay otro remedio conocido para recuperarle que seguirle poniendo y aguardar la mejoría.
Es, en cualquier caso, un partido de entrenador. Zidane tiene sobre la mesa la decisión de entregarse ya a Keylor o esperar un partido con menos aristas; de hacer uso de la experiencia de Pepe; de atinar con el centrocampista que ha de acompañar a Modric y Kroos, con buenas perspectivas para Kovacic; de arropar a la BBC. También de aclimatar al equipo a jugar sin la pelota. Ya estuvo por debajo de Las Pal- mas en posesión el sábado, circunstancia que podría agravarse hoy, teniendo en cuenta que Tuchel, técnico del Borussia, renunció en parte al vértigo de la era Klopp a cambio de un juego más posicional.
Aubameyang. Un fútbol que ha cambiado la manera de jugar de su goleador, Aubameyang, que registra 3.7 segundos en 30 metros, a la altura de Bolt. Vivía del espacio y
El peligro Aubameyang y Dembélé en un equipo que sale a tres goles por partido
ahora lo hace de las diagonales sin que se tambaleen sus números: 39 goles en 49 partidos el curso pasado, seis tantos en siete choques este.
El Borussia empleó los casi 110 millones que ingresó vendiendo a algunas de sus figuras (Gundögan, Hummels, Mkhitaryan) en los jóvenes más prometedores del continente. A Dembélé le bastaron 29 partidos con el Rennes para dar el salto. El ex de la Real, Montanier, le dio la alternativa y con Tuchel anda desatado. “Está entre los diez mejores que vi a su edad”, dice el exinternacional francés Silvestre. Lleva un gol y cuatro asistencias. De Guerreiro, mejor lateral zurdo de la Eurocopa, ha hecho un interior. “Es demasiado bueno para jugar en una sola posición”. También Götze, que aún escucha silbidos por haberse fugado al Bayern, actúa más retrasado. Nada le gusta más a su técnico que hacerse el imprevisible. Lo aprendió en el Mainz como estrategia para enfrentarse a equipos más armados. Hoy tiene a su mejor once (salvo Reus) listo, Bartra incluido. Y se ve sobrado de artillería: 25 goles en ocho partidos. Un equipo que le dirá al Madrid en qué piso está.