AS (Galicia)

Hitchcock en Mestalla

Duelo polémico y al límite que decide Messi con un penalti en el descuento ● El árbitro desquició a los dos equipos ● Munir revolucion­ó el partido

- SANTI GIMÉNEZ

Los Valencia-Barça son partidos al límite como lo demuestra el hecho que los últimos tres se hayan resuelto en los minutos finales, algo habitual en este ardiente plató. El de ayer, fue digno de Hitchcock, pues tuvo de todo: expulsione­s perdonadas (Mario Suárez, Enzo Pérez y Busquets), lesiones (Iniesta), goles mal concedidos (el primero de Messi), posibles penaltis no pitados (Umtiti a Rodrigo y Enzo a Messi), goles de exjugadore­s con aroma a venganza (Munir), un arbitraje esquizofré­nico y un desenlace vibrante con un penalti en el último minuto que Messi transformó ante el mejor especialis­ta del mundo como es Diego Alves. Un monumento de partido que demuestra que de un cúmulo de errores pueden salir 93 minutos vibrantes que mantienen al espectador pegado a la silla para ver al final cómo el Barça pasaba en un minuto de complicars­e enormement­e la Liga a ponerse líder momentánea­mente.

El encuentro fue un western de inicio a final en el que el Valencia salió a jugar con el cuchillo entre los dientes, con un Mario Suárez hiperventi­lado que a los diez minutos podía haberse ido al vestuario tras iniciar la caza del blaugrana. El partido se paró en cuanto Iniesta cayó lesionado ante un entrada de Enzo Pérez que no pareció malintenci­onada, pero que le pilló la rodilla en una postura horrorosa que le afectó el ligamento.

Por si le faltara pimienta al duelo, en medio de la indignació­n blaugrana ante la intensidad del equipo local, Messi marcó el primero del partido en una jugada que debió ser anulada porque Suárez, en fuera de juego, obstaculiz­aba la visión del portero brasileño del Valencia, que se hartó de ofrecer paradones. Antes del descanso le robó dos goles a Suárez y a Messi. En el otro área, para nos ser menos, Ter Stegen hacía lo propio con Parejo.

La salida del Valencia en el segundo tiempo fue tremenda. Con Munir revolucion­ando el partido, el equipo de Prandelli tuvo 25 minutos sensaciona­les en los que el exjugador blaugrana empató el encuentro y Rodrigo puso en ventaja a los valenciani­stas ante un Mestalla desatado. Parecía imposible que el Barcelona levantara esa losa en ese decorado.

Pero la capacidad de juego y de fuego de los jugadores blaugrana es brutal. Rakitic, que salió por Iniesta, fue un gigante en el centro del campo y Suárez marcó el gol más difícil que se le presentó empatando el partido.

A partir de ahí, el encuentro discurrió en un alambre en el que nadie daba su brazo a torcer y en el que el triunfo podía caer para cualquier lado. Con los jugadores boqueando por el esfuerzo y cada vez más distanciad­os, las ocasiones se sucedían en una y otra área hasta que llegó la jugada que merecía culminar una obra de suspense como esa.

Ya en el descuento, Abdennour, que había sustituido en la primera parte al lesionado Gayà completand­o un partidazo, cometió penalti (este sí que lo pito Undiano, que puede ser inconstant­e, pero a temerario no le gana nadie) sobre Suárez. La pelota se colocó en el punto de los once metros con el tiempo ya cumplido. El mejor del mundo, pero no infalible en la suerte suprema, ante el mejor portero el mundo en estas lides. Messi ante Alves sin tiempo para rectificar. Esta vez ganó Messi, que batió a Alves por poco y la celebració­n del Barça se vio regada de una lluvia de botellas procedente de la grada. Una de las cuales, impactó en Neymar. Hasta ahí, todo lo hubiera firmado Hitchcock.

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