El sabor de la vieja Copa ha regresado

La edición de este año de la Copa del Rey sigue trayéndonos partidazos, sin ir más lejos el Atleti-Barça. De poder a poder, con un Barcelona mandón y superefectivo al inicio y con un Atleti que se mueve como pez en el agua en esos estados de resistencia y agonía. Quizás no se pueda hablar de eliminatoria abierta, pero al menos no de eliminatoria decidida.

Un par de detalles técnicos. Primer gol del Barça: takling perfecto de Mascherano a un Griezzman que vuelve a cometer el error que le costó la Eurocopa a su país, Francia. Una pérdida de balón en un sitio donde simplemente no debe estar. Allí marcó Éder pocos segundos después. Aquí lo hizo Luis Suárez. Los cracks no pintan nada armando el juego tan atrás. Ni aportan nada ni tienen el ADN de un medio centro, programado para no perder el balón en esa zona.

Del segundo gol del Barça no hay mucho detalle técnico que comentar más allá de que ese tiro era imparable y de que el Barça necesita segundos para armar una jugada de gol. El estilo del tiki-taka hace tiempo que ya es historia (una pena, en mi opinión).

Y del gol del Atleti, pues una falta ensayada que se ha vuelto a poner de moda en los últimos tiempos y que también usa la Real Sociedad para Íñigo Martínez (esta misma temporada marco así en el derby vasco). La estrategia, como la moda en el vestir, también tiene sus ciclos. Este año toca esa falta, cuyo objetivo es que el primer rematador esté lo más alejado posible del mejor defensor aéreo (Piqué en este caso). Si incluye dos toques de cabeza, como en este caso, más probabilidades de éxito.

Lo dicho, hasta ahora y ya queda poco tiempo para que cambie la cosa, está siendo una Copa del Rey de categoría. Alberto Rodríguez Ferreras

Burgos