AS (Galicia)

Peligro de autocombus­tión

Con Bale, Zidane tiene ahora a todos, pero los resultados son peores y al Madrid le llegan las curvas en Liga...

- SANTIAGO SEGUROLA

Llegó la abundancia y el Madrid la gestiona mal. Cosas del fútbol y de la Liga, la competició­n que mide al milímetro a cada equipo. Es su magia. Comienza con los calores de agosto y atraviesa todas las estaciones, sin apenas descanso, con partidos que tienen el aire de las emboscadas, situados en un miércoles cualquiera de finales de invierno. El

Real Madrid los ha digerido mal. Perdió entre semana con el Valencia y alcanzó un angustioso empate de última hora frente a la Unión Deportiva Las Palmas. La Liga, que parecía una autopista para el Madrid, ha entrado en una fase sinuosa. Llegan las curvas.

Con el regreso de Bale se anticipaba un periodo feliz para Zidane, que había tramitado con éxito varios meses de lesiones y buenos resultados. Cada baja le exigió una decisión que se reveló acertada. Zidane se movió con naturalida­d en el terreno que detesta cualquier entrenador. Lejos de suspirar por la recuperaci­ón de sus estrellas, se adaptó a la naturaleza de la plantilla y obtuvo un rendimient­o casi insuperabl­e de la mayoría de sus futbolista­s.

Ahora están todos, pero los resultados son peores y los nervios afloran. Aunque figuraban varios jugadores no habituales en la alineación del miércoles, se percibía un aire de menos naturalida­d. Los resultados ya no ayudan. De la inquietud se ha pasado al stress. En los tres últimos partidos, con todo el personal recuperado, el Real Madrid ha encajado ocho goles. El sistema defensivo se ha debilitado, Keylor está contestado por algunos sectores de la hinchada, el medio campo necesita desesperad­amente a Modric (en Mestalla fue sustituido en la segunda parte y no jugó frente a la UD Las Palmas) y el retorno de Bale ha vuelto a encender el debate sobre las obligacion­es de Zidane y la escasa actividad defensiva de los delanteros.

De repente hay más motivos para la polémica que para el acuerdo. En los tres últimos partidos, el Real Madrid se ha obligado a la heroica, con resultados diferentes: derrota en Mestalla, victoria frente al Villarreal y empate con la UD Las Palmas. No parece la mejor receta para un equipo que ha perdido empaque.

Deja demasiadas cosas para última hora. Le falta el trazo autoritari­o de su mejor periodo del campeonato, el que discurrió entre la victoria en el Vicente Calderón y el 3-0 al Sevilla en la Copa del Rey. El Madrid no transmitía dudas, ni nervios.

Marcelo. El deterioro de los últimos partidos sería menos grave si el equipo no transmitie­ra la impresión de estrés. El destemplad­o discurso de Marcelo tras la derrota con el Valencia se interpretó como una llamada general de atención, pero también como un reproche a la escasa ayuda defensiva que prestan los delanteros. Cada vez se habla más de distraccio­nes y hasta de sospechosa actitud. “Lo que hacemos en el segundo tiempo deberíamos hacerlo también en el primero. Nos ahorraríam­os todos los problemas que sufrimos ahora”, declaró Zidane tras el angustioso empate con la UD Las Palmas.

La expulsión de Bale resume la agitación del Madrid. Bale, que suele comportars­e como un duque, se salió por la cuneta y montó un sainete de campeonato, sin ninguna justificac­ión. En una noche que coloca al Real Madrid en una situación imprevista hace un mes, Bale marcó la temperatur­a del equipo. No es la más convenient­e. O el Madrid regresa a una serena normalidad, o corre el riesgo de convertirs­e en su peor rival.

El Madrid Deja demasiado para última hora, le falta el trazo autoritari­o

Bale Suele comportars­e como un duque, pero se salió por la cuneta

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