Lo que hizo mal el Atleti
Faltó creer en el discurso, ardor y juego. Impreciso y precipitado
El Atlético se estrelló en el Bernabéu. Fue la peor ida de una eliminatoria de toda la era Simeone. Carencias y falta de confianza. Corregir y convencerse de que se puede es el primer paso para creer en una remontada. El equipo tiene que cambiar completamente la cara.
Discurso. Los jugadores no interiorizaron el discurso previo de Simeone. Se apeló a la lucha contra el poderoso pero su charla no caló como otras veces y los futbolistas no le siguieron. No era una plaza el Bernabéu para no autoconvencerse de lo que había que hacer. Fue un Atlético light que se asustó tras los primeros remates blancos. Eso no debe suceder dentro de una semana. Los futbolistas entendieron el ejemplo que dieron los 4.000 rojiblancos que estuvieron en el Bernabéu a la conclusión del partido. El ánimo es el de no fallarles.
Sorprendido. El Atlético se dejó avasallar tras los primeros diez minutos. La puesta en escena no había sido mala, a poco de comenzar Ramos apareció para desbaratar una buena combinación entre Filipe y Griezmann. Pero tres subidas de Carvajal sembraron la inquietud en el equipo. En la última llegó la desafortunada jugada. El balón en semifallo de Casemiro terminó en la cabeza de un Cristiano que se aprovechó de su posición adelantada. Simeone se quejó de la situación de fuera de juego. El gol descompuso como pocas veces al equipo. A continuación Varane, Isco y Benzema pudieron marcar, pero respondió Oblak. El Madrid remató nueve veces en los primeros 20 minutos. El Atlético, ninguna.
Impreciso. Mirando el porcentaje de pases buenos general del Atlético, un 83%, no parecería que ese dato condenara tanto al equipo. Pero algunas entregas fáciles, cortas, sin siquiera tener que romper líneas se erraron en los primeros minutos y fueron minando el aplomo de futbolistas que nunca han temblado. No lo habían hecho en campos como el Camp Nou, en el Allianz, en el Juventus Stadium, en Stamford Bridge…
Faltó ardor. El Atlético no fue el dueño de la pelota dividida ni de los duelos en los espacios cortos. El que siempre ha sido el principio diferenciador de este equipo no hizo acto de aparición. El Madrid, por momentos, tocaba cómodo tras un amago de presión inicial. Los de Zidane recuperaron más balones, 61 por 55. En las áreas, la sensación era de fortaleza madridista, más aún después de la primera secuencia de córners.
El paso adelante fue precipitado. El Madrid, poco a poco, se conformaba con no recibir y no parecía tan mala idea el 1-0 tras lo visto en el primer tiempo. En el 58’ Simeone decidió prescindir de Saúl, que tenía cartulina y no estaba bien, para incluir a Gaitán. También sacaba a Gameiro y ponía sobre el verde a Torres. El circuito de pelota colchonero no estaba aún afianzado y la pérdida de Saúl convirtió en caóticas las transiciones. Una especie de 4-2-4 que dejó partido al equipo y al Madrid una ocasión única para romper el partido.