Mandzukic recuperó su mejor versión con Allegri
“Es el símbolo de esta Juventus”, dice elogiándole Chiellini
Mandzukic es el símbolo de esta Juventus”. Lo dice Giorgio Chiellini. Casi nada. El croata vuelve a rugir y ha sido Allegri el que ha dado con el sitio justo para su fiereza. Marotta no desaprovechó el ostracismo al que le postró Simeone y en el verano de 2015, Mandzukic hacía las maletas. La Juve seguía enfrascada en la búsqueda de ese Trezeguet o Inzaghi para la nueva era. En su primer año, mezcló con Morata. Pero el primer revés llegó en el partido inaugural contra el Udinese. Un choque contra un cartel publicitario le provocó una herida profunda en la rodilla. “No me gusta lloriquear, eso me deprime más”, explicaba en el Corriere della Sera, “prefiero luchar contra el dolor, pero fueron cuatro meses complicados porque la herida se infectaba”.
Sus inicios fueron difíciles. En Turín chocaba ver esa mezcla de tipo huraño con cara de no tolerar una broma que después se partía el pecho. Marcó 13 goles en 36 partidos, algunos importantes como los dos que le hizo al City o el gran partido de ida contra el Bayern, pero quedó la sensación de que no era el ariete del salto de calidad.
Para esta temporada llegó Higuaín y peligró su puesto. Pero Allegri convenció al croata y frenó su ira. Era un arma que no quería dejar escapar. La temporada avanzó y el dúo Dybala-Higuaín se afianzó. La suplencia del balcánico presagiaba tormenta, pero todo cambió el pasado 22 de enero, en el Juve-Lazio. Allegri se sacó de la manga el 4-2-3-1 que ya se ha hecho popular (aunque a veces ponga defensa de cinco), permitiendo que Mandzukic rememorara sus tiempos en el Wolfsburgo. Se activó un terremoto. Recordaba a aquel Etoo del triplete de Mourinho con el Inter, sacrificándose en banda, y la solución fue más que efectiva. La Juve voló con la energía de Mandzukic y, de paso, se rescataba lo mejor de él. Esta temporada ha marcado 10 goles en 49 partidos, pero más allá de eso, ya es indiscutible.