San Emeterio manda en Vitoria y adelanta al Valencia
Las pérdidas locales decantaron el primer triunfo visitante del playoff
Errores garrafales locales, en forma de pérdidas, y la clase y determinación de San Emeterio decantaron el primer tanteo de la semifinal entre Baskonia y Valencia. ¡Cómo maneja el cuerpo y las ventajas el alero cántabro! Pura delicia. Ambos venían de sudar tinta en esos cuartos donde nadie ganó fuera y se pegaron un buen tute. Pero tienen plantillas generosas para desarrollar 40 minutos a todo trapo. A 4:37, siete puntos sonreían al cuadro vitoriano (77-70), muchos minutos bastante más intenso que su enemigo aunque sin el convencimiento preciso en el inicio de los sistemas. Pero el visitante recolectó ocho puntos solo con pérdidas y se puso con tres de ventaja.
El mérito del Valencia es que no dejó de creer. Le colapsaron la zona para molestar a Dubljevic pero, olvidada aquella fragilidad mental por la derrota inexplicable en la final de la Eurocup, se agarró al partido en momentos que invitaban a dimitir.
Se puso a uno y le estiraron la ventaja a diez, reaccionó para colocarse a tres y otra vez le pusieron a prueba… Todo eso lo superó, aunque intervino mucho el demérito vasco.
Con 80-78, San Emeterio metió un triple tras finta sólo al alcance de un superclase. La polémica se encendió después de una bandeja de Ledo: 82-83. Un fallo en el triple de Diot en el otro aro dejaba siete segundos por desgranar. No estaba en el bonus el cuadro taronja y podía hacer falta. En la carrera de Ledo, y a falta de 2,9 segundos, Sastre metió la mano al balón y le medio abrazó. Si no era antideportiva estuvo cerca. Sacó el conjunto local y Larkin inventó un tiro como pudo que no tocó el aro.
Era el colofón a un partido en el que la zona 2-3 de Pedro Martínez descentró al cuadro de Sito. Este tenía más repertorio que un Valencia a hombros de Dubljevic y Saneme, pero a Larkin, su líder, le falta seguridad física. Debería preocuparse el Baskonia: mejoró con respecto al Granca y eso no le dio para el premio del 1-0.
Sastre Casi abrazó a Ledo al final y rozó la antideportiva