AS (Galicia)

Les Arcs: una nube en los ojos de Indurain

- POR JUAN GUTIÉRREZ

■ Les Arcs es a Miguel Indurain, lo que Pra Loup a Eddy Merckx. Un puerto poco exigente asociado para siempre al final de un mítico campeón.

Tour de Francia de 1996. Era un 6 de julio lluvioso, víspera de San Fermín. La etapa había partido de Chambéry, la misma localidad que acoge hoy la meta. Se disputaba la primera jornada de los Alpes, con la Madeleine y el Roselend en su trazado, y con un final inédito en la estacion de esquí de Les Arcs. La última ascensión no intimidaba. “Son 15 kilómetros no excesivame­nte duros (5,8%), si no fuera por la paliza anterior. Pero habrá alguna diferencia, se verá quién va bien y quién mal”, explicó Indurain en la previa.

Tras sus cinco victorias consecutiv­as en el Tour, nadie imaginaba que uno de los que iban a ir mal era él. A 3,5 kilómetros de la meta, el navarro desapareci­ó de las imágenes aéreas de televisión. “On laisse Indurain!”, gritó el comentaris­ta. “¡Se queda Indurain!”. Cuentan que fue Rominger quien le desenmasca­ró, quien vio los síntomas en su cara y en su pedalada, y ordenó apretar a Olano.

Indurain iba solo. Y entró en crisis. “Pedía agua, ¡sales, sales! Era una esponja”, reveló luego su director Echávarri. Rechazó los bidones que le ofrecieron Zülle y Bombini, técnico del Gewiss, pero se avitualló en zona prohibida y fue penalizado con 20 segundos. A la meta llegó con “una nube delante de los ojos”, según sus palabras. La ‘pájara’ fue la explicació­n oficial, pero ni el mismo Indurain se lo explicaba: “Parece que fue por no comer, pero he comido bien y he bebido normal... Quizá la lluvia, mis músculos no van con el agua”. Perdió 4:19 minutos con el ganador, Leblanc, y 3:32 con el líder, Berzin.

Ya no levantó cabeza. Y si continuó en carrera fue, segurament­e, por respeto al homenaje que se le rindió en la 17ª etapa, el 17 de julio, en Pamplona.

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