El Sevilla, del pánico a la Champions
Navas y Nolito acuden al rescate pero Nervión acaba pidiendo la hora tras un palo de Emre
EI Sevilla estará mañana en el sorteo de la fase de grupos de la Champions aunque poco le faltó para pegarse un estruendoso bacatazo y quedar apeado de la máxima competición continental ante el desconocido Basaksehir. Bien está lo que bien acaba, aunque este Sevilla parece, de momento, estar para muy pocas cosas.
Porque el guión de lo visto hasta ahora se volvió a repetir. El Sevilla perdonó hasta en tres ocasiones en un inicio fulgurante y los turcos se adelantaron en el marcador en la primera que tuvieron por mediación de Elia. Adebayor salió de su posición de nueve, volvió loco a Lenglet y a los mediocentros, que no supieron leer las ayudas. Transcurría el primer cuarto de hora del partido y el Sevilla no supo si nadar o guardar la ropa, lo que provocó los pitos de la afición.
Duende. Pero, como en la ida, Jesús Navas estaba para acudir al rescate. Le metió brío al segundo periodo y sirvió un pase templado maravilloso para que Escudero hiciera su segundo gol en esta Champions. Los turcos parecieron noqueados y la sensación aumentó cuando Nolito sentó en el suelo a Epureanu y le regaló el 2-1 a Ben Yedder. El sanluqueño no está a tono aún físicamente, todo lo contrario que Correa, su competencia en la izquierda. La diferencia, sin embargo, está en que Nolito siempre elige bien.
El Basaksehir se fue arriba ya sin nada que perder y el Sevilla no sentenció. Los fantasmas sobrevolaron Nervión y se sentaron al lado de cada aficionado sevillista cuando Visca ponía el empate en el marcador. La jugada debió ser invalidada por fuera de juego, pero los de Berizzo volvieron a defender de manera muy deficiente. Quedaba la falta al palo de Emre en el minuto 89, pero el destino no quiso ser cruel con un Sevilla que esta vez no vio castigados sus errores infantiles. Tercera presencia seguida en la fase de grupos de la Champions con un sufrimiento extremo. Se enfadó por una falta que no le señalaron a favor y lo pagó con Correa, al que derribó por detrás.