Hay Unzué más allá de la posesión

El discurso de Unzué tras el frustrante empate contra el Getafe, declarando fidelidad eterna a su idea de juego, podía hacer pensar que el Celta también iba a salir en Ipurua a intentar ganar desde la posesión. Sin embargo, el navarro no es tan talibán como dio a entender con sus palabras. Ante el Eibar apostó por el fútbol directo y por explotar uno de sus puntos fuertes como entrenador, el balón parado. Cuando formaba tándem con Luis Enrique, cada vez que había una acción de estrategia el asturiano se sentaba y era Unzué quien salía a dirigir. La pizarra les funcionó tanto el año que estuvieron en Vigo como en Barcelona. Ahora de esa faceta se encarga Robert Moreno, su segundo. Con Sisto inspirado en los centros, los célticos liquidaron con dos faltas laterales y un córner a los armeros, históricos especialistas en estas jugadas. No fue casualidad. El trabajo de laboratorio del cuerpo técnico celeste le permite ganar crédito.

En esta goleada, al igual que frente al Getafe, Pablo Hernández ofreció un recital. Estuvo inmenso al corte y sensacional en la distribución. Exceptuando la primera jornada, a la que llegó corto de forma, resulta difícil comprender la suplencia del Tucu en los tres siguientes partidos. Tampoco tiene demasiada explicación que Roncaglia se volviera a quedar en el banquillo. Todo un lujo prescindir de un defensa internacional con Argentina para un encuentro de mucha intensidad y escasa elaboración. No pinta bien la temporada para el polivalente zaguero, ni tampoco para Sergio. Su indecisión ante el Getafe le ha costado el puesto.