Dos amigos en el limbo
Los íntimos Unzué y Ziganda están cuestionados
Cuando la felicidad de uno va ligada a la tristeza de un amigo no es tanta felicidad. Eso sucederá hoy en Navarra. Si el Celta gana habrá fiesta en la casa de los Unzué en Pamplona, pero a la vez existirá solidaridad por la tristeza que vivirán los Ziganda en Larráinzar. Y lo mismo sucederá a la inversa. Separados por apenas 25 kilómetros, ambas familias se llamarán al término del partido para comentar la jugada. Unos estarán contentos, otros tristes. Pero la amistad se mantendrá intacta, porque los líderes de los banquillos de Celta y Athletic llevan muchos años unidos.
La irregularidad ha presidido la marcha de ambos equipos durante la presente temporada, con las alargadas sombras de Berizzo y Valverde en el horizonte. No hay forma de salir del bache, porque después de un día soleado siempre llegan los nubarrones. Ganar se ha convertido en una obligación para afrontar el parón con tranquilidad, para empezar a comprar el turrón sin miedo a quedarse con el envoltorio en la mano. El triunfo es necesario para espantar las críticas que persiguen a Unzué y Valverde. Ya da igual el juego, ahora sólo importa el resultado. Por suerte o por desgracia, es la ley que impera en el fútbol.
Cambios. A los dos entrenadores les está costando encontrar la tecla de la afinación. Es por ello que cada fin de semana experimentan un nuevo rumbo. En el Celta falta consistencia en el centro del campo y Radoja puede ser la solución a todos eses males. En ataque, el debate sobre la posición de Aspas sigue vigente. Si hubiera un plebiscito, probablemente ganaría el ‘Sí’ para ubicarlo en punta. Pero seguirá en la banda. Porque Maxi goza de la confianza de Unzué y porque apenas hay alternativas para el costado, sobre todo con Emre Mor lesionado.
En el Athletic, Iturraspe ha cambiado la cara al equipo, pero la Europa League puede llamar a la rotación. Vesga quizás tome de nuevo el mando.
Irregulares Celta y Athletic no tienen una buena dinámica en LaLiga