AS (Galicia)

¡Qué poco dura la alegría!

- ALFONSO HERRÁN ■

El Athletic tiene cogido su fútbol con pinzas. Y las competicio­nes también las conserva en un tendal del que en cualquier momento se pueden desprender y caer al vacío sin remisión. La Copa es un sí pero no con un Formentera menor que fue capaz de abochornar a los leones. Europa se salvó de milagro el jueves ante un Östersund menor y la soga de LaLiga empieza a ahogar. Al final, Valencia y Sevilla fueron un oasis en el desierto de esta vulgaridad de temporada. ¡Qué poco dura la alegría en Bilbao! El equipo regresó pronto a su postura habitual, en Östersund, Leganés y Formentera. En otro intento por sacar la cabeza del pozo, volvió a apuntar mejoría ante el Barça y, tímida, con los suecos en casa. Pero ayer se encargó de desmentir que hay cura posible con una vuelta a las andadas.

Urrutia deberá guardar los titulares de hoy para refrescarl­os dentro de un año, como hizo esta semana con las duras críticas a Valverde de 2016. Tal vez al presidente le gobierne la templanza, pero su obligación como máximo mandatario de un club tan importante sería cargarse de responsabi­lidad a la vista de la imposibili­dad de la plantilla para jugar a algo que se parezca al fútbol. El Celta lo tenía claro: debía esperar al despropósi­to del rival, desajustad­o en defensa y sin capacidad para anticipars­e. La pareja Núñez-Laporte, tan sólida durante muchas tardes, parecía de cadetes. Y no digamos ya las facilidade­s dadas para armar centros desde la periferia, sin molestar en kilómetros a la redonda. De joven Ziganda le metió algún tanto a Unzué. Esta vez el exportero goleó a Cuco.

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