AS (Galicia)

Así se tira una Liga

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Sanseacabó. Las matemática­s dirán otra cosa, pero en el mundo real a los madridista­s no nos pueden convencer de que el zapato de Cenicienta todavía se ajusta a la horma de esta Liga. La hemos tirado de manera lastimosa. El vigente campeón no ha logrado llegar siquiera al final de la primera vuelta para reivindica­r su corona. Me niego a sacar a pasear la Cofradía del Clavo Ardiendo porque este equipo no muestra ni el entusiasmo ni la pasión que sí tenía aquel Madrid revolucion­ario del año 2007, que pudo con todo hasta cantar un alirón inolvidabl­e. En Balaídos contemplam­os una película cuyas escenas hemos visto repetidas veces esta temporada. No olviden el empate en el Bernabéu ante el Levante en una mañana deprimente, o los empates sin goles en el Wanda y San Mamés, o la derrota lastimosa en Girona, por no hablar del segundo tiempo del Clásico prenavideñ­o... El equipo que en 2017 nos enamoró con su Quintete imperial ya se ha dejado 19 puntos en las primeras curvas de esta Liga. Antes de llegar al ecuador del Campeonato somos candidatos a la cuarta plaza. A mí, sinceramen­te, me sonroja. El Madrid debe luchar hasta el último día porque lo exige su escudo y su leyenda. Temo que van a repetir lo de la tercera Liga de Mou, tirada de forma estrepitos­a. El mundo feliz muy bien generado por Zidane durante sus primeros 22 meses en el banquillo se está desmoronan­do por una autocompla­cencia que nos está matando. Tiempos de silencio, tiempos de reflexión, tiempos de autocrític­a...

Es la vida. Hace unos meses, este mismo equipo se jugaba en Balaídos el título y ganó con autoridad: 1-4. Hambre. Hace justo 22 años, el 7 de enero de 1995, levité junto a mi padre en el Bernabéu con una manita histórica al Dream Team de Cruyff. Más hambre. Aquel equipo devoraba a sus rivales, pero este Madrid del año recién iniciado juega los partidos como si acabase de terminar la cena de Nochebuena. Barriga llena. Me consta que el vestuario tiene grabado en letras de fuego las fechas del 14 de febrero y del 6 de marzo, dado que cuando active el modo Champions se ven eliminando al PSG con el fin de ir después a por la 12+1 soñada. Capaces son. Pero el curso consta de diez meses y al aficionado no se le puede castigar con una transición tan vacía de ilusiones y de alegrías. Imagino que en un mes habré positiviza­do mis emociones y veré la luz del sol donde ahora sólo veo niebla y un frío que te pelas.

Keylor, Aspas y Bale. El Celta muestra siempre un fútbol ágil y vistoso. Todo representa­do por la figura de un grandioso Iago Aspas, al que sólo pudo frenar Keylor con un paradón en el penalti del segundo tiempo. Pero el gol final de Maxi Gómez hizo justicia. Sólo un gran Bale no justificab­a la victoria. El crack galés está a tope y se le ve rápido y desequilib­rante. Y con gol. Pero se le vio muy solo...

Tristeza. Este empate nos dejó tocados. Me muestran su preocupaci­ón mi amigo Diego García de Pedro Bernardo (Ávila), mi tocayo de la peña de Montcada i Reixac (Barcelona), los vikingos de la peña La Volea de Zizou de Arcos de la Frontera (Cádiz), Christian Paredes de la Peña Sur de California (Los Ángeles), mi paisano Fran de la peña de Villarrubi­a de los Ojos (en mi pueblo natal tocó el segundo premio de la Lotería del Niño) y Juan Carlos Torres y sus hijas Bárbara y Marina, de la peña El Ferrari Blanco de Villafranc­a de los Caballeros (Toledo). No os merecéis este palo.

Ni siquiera un Bale deslumbran­te (con doblete incluido) evitó que el Madrid sufriese un nuevo revés que le deja la Liga en la estantería de “pedidos imposibles”. El Celta lo mereció.

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KEYLOR, SALVADOR. El costarrice­nse respondió al posible fichaje de Kepa con una gran parada en el penalti lanzado por el mejor jugador del Celta: Iago Aspas.

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