AS (Galicia)

Dormir en el autobús y librarse de los virus

- POR JESÚS BALSEIRO

■ El Dakar tiene ángeles de la guarda repartidos por el vivac, como ese conductor local de autobús que te abre la puerta de noche para que no tengas que montar la tienda de campaña sobre la arena fina y penetrante de Pisco. Con su amabilidad salvó la primera jornada de desierto, porque su vehículo promete con un cartel “cama de 180 grados real” y lo cumple, incluyendo un baño accesible y espacio para no convertir el transporte en un albergue, sino en algo mejor.

Eso ayuda a sobrelleva­r el intenso calor y sobre todo el polvo que todo lo llena. Aunque el Dakar sería más fácil sin ese virus gástrico que recorre el campamento. Laia Sanz lo sufrió en Lima, ayer el copiloto de Al-Attiyah, el francés Baumel, necesitó un receso en carrera. También lo acusa Lucas Cruz, la mano derecha de Carlos Sainz. Lo sufren los grandes y lo soportan los rookies, como el redactor de As.

Afortunada­mente, anoche habremos dejado Pisco camino de San Juan de Marcona. Muchos celebraban los bucles del Dakar como este de las primeras dos jornadas, evitando desplazami­entos a las asistencia­s, organizaci­ón y Prensa. Y tienen razón. Siempre es bueno ahorrarte horas y kilómetros para trabajar más fresco, pero de lugares como el desierto de Pisco, mejor marcharse cuanto antes a otro lugar.

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