AS (Galicia)

El Sevilla es Míster Final

Novena final de Copa de su historia y novena en este siglo XXI ● Un Muriel sublime y el Mudo Vázquez tumban a un Leganés bravo y dignísimo

- JUAN JIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO MIGUEL ÁNGEL MORENATTI, TONI RODRÍGUEZ Y AGENCIAS

Volver a ser campeón es lo que más quiero”, se leía en uno de los tifos del Sánchez Pizjuán. Es uno de los cánticos que suena cada domingo en Nervión, una réplica de un tema original de la afición de un club argentino, All Boys. Y sí, el Sevilla peleará por volver a ser campeón. Jugará su novena final de Copa en la historia y su novena final (cuarta de Copa más las cinco europeas sin contar Supercopas) en el siglo XXI. Un nuevo grande, un proyecto indestruct­ible. Unas veces elevado en la anterior década por Puerta o Kanouté, otras ya en esta por Bacca o Gameiro, esta vez la gloria le correspond­ió a Luis Muriel, el delantero más caro de la historia del club que le ha resuelto la ida y la vuelta con un gol fantástico en Leganés y una jugada fabulosa en la vuelta de las semis. Este no es un escarabajo ciclista, este es un bisonte cafetero. Honores al Leganés, equipo que tumbó al Madrid de la competició­n. Y al Villarreal. Y que rozó la historia. Quien le empieza a escribir regresa pronto.

Estuvo bonita la noche. Tensa, eléctrica. De poder a poder, se leía a los clásicos. Con partidos dentro de los partidos, se lee a los nuevos expertos. Pero todo se lo llevó por delante el huracán Muriel. En Butarque fue un desmarque de ruptura acompañado de un disparo demoledor. En Nervión, una huida aparente de dentro hacia afuera en la que invitó a bailar a Siovas. El griego cayó en la trampa y no pudo con su salida incontenib­le. Correa remató entre una nube de piernas. En el minuto 15, el Sevilla ya tenía a centímetro­s la final; 1-0. Muriel firmó otra jugada memorable en la que pasó literalmen­te por encima a Bustinza y sirvió atrás a Banega, que disparó abajo cuando la acción pedía lo contrario.

El Leganés se levantó con mucho estilo. A lomos de Gabriel Pires, que no sólo distribuyó sino que también disparó contra Sergio Rico. Avanzó metro a metro y se fue con la cabeza alta al descanso; 1-0. Al paso por el minuto 58, el Leganés demostró que su voluntad para estar en la final sería inagotable. Garitano vio al Sevilla inseguro y movió el equipo: Brasanac por Eraso, uno de los héroes del Bernabéu, para que Gabriel, el otro, se acercase al gol.

Entonces Muriel pegó otra bocanada, esta frenada al límite por Siovas, que se jugó la roja. Había espacios para el Sevilla. Sarabia, que jugó un partido y cuyo cambió resultó extraño, también tuvo el 2-0. A Garitano, no le quedaba más capital humano después de una trayectori­a que le ha dejado mermadísim­o y mandó a Mantovani de delantero buscando un milagro del cielo. Pero el Mudo Vázquez, otro de los discutidos de la grada, tenía aire y corazón para dejar atrás a Siovas, rematar con el alma y firmar otra final para el Sevilla. Ya saben lo que suena en Nervión: “Volver a ser campeón es lo que más quiero…, y que esta grada vuelva a festejar, juntos de nuevo…”. El 21 de abril el Sevilla juega otra final.

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