Intensidad, orgullo... ¿y el fútbol?
Vaya por delante que la crítica que está a punto de leer no exime de culpa a la plantilla, un grupo de jugadores a los que esta temporada les está dando una cura de humildad que seguramente muchos necesitaban. Nadie les ayuda, tampoco. Pero la llegada de Seedorf se suponía que iba a servir para revitalizar a un vestuario tocado en lo anímico, pero también a un equipo anémico en cuanto a conceptos futbolísticos. Por lo visto en estos dos partidos, tiene más pinta de ser otro palo de ciego de una directiva que, como en prácticamente todo lo que tiene que ver con el aspecto deportivo, sigue quedándose con un envoltorio bonito sin preocuparse de lo que cubre.
El holandés lleva dos semanas en Coruña y de su plan sólo sabemos que necesita intensidad . Ni una palabra de fútbol. Ha recuperado a Bakkali, cierto. Pero a cambio ha terminado de desenchufar a Lucas. El coruñés no está bien, es obvio, pero el trabajo de un técnico es poner a sus jugadores en la mejor disposición de rendir. Colocar al zurdo en la banda es lo opuesto. Sus dos partidos han sido similares. Defensa por acumulación, muchos kilómetros sin rumbo y cero goles con un equipo partido en el que nadie quiere el balón. Pasó con el Betis y volvió a verse frente a un Alavés que inclinó la balanza a su favor con un retoque de Abelardo en el descanso, donde se nota la mano de los entrenadores.
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