AS (Galicia)

“Soy, en el mejor sentido de la palabra, bueno”

- Antonio Machado

Ídolos

● Tengo dos ídolos en el fútbol de ahora. Tuve muchos a lo largo del tiempo. Ramallets, Di Stéfano, Kubala, Luis Suárez, Jesús Garay Vecino, Marquitos, Ben Barek, Carmelo, Iribar, Amancio, Gento. Son tantos. Me hice de todo el fútbol, apuntaba en los márgenes de los álbumes circunstan­cias de los futbolista­s. Recuerdo cuando murió Herrerita. Le puse una orla negra. El fútbol era admiración y afecto. Después vino la afición, que te hace optar por este o por el otro, y ya eliges tu equipo. Es también una satisfacci­ón, dirigir tu afecto a unos colores. Lo malo es perder el afecto a los otros.

Zidane, Iniesta

● Uno es de un equipo, no tiene por qué desear el mal al contrario. Esa es una estupidez. Pero el hombre tiende a la estupidez, y a ella nos lleva el exceso de pasión, que nubla afecto y sentimient­o. Me alivian de esas especulaci­ones que hace la moral de victoria con la actitud de los hombres dos personajes del fútbol de esta época. Zidane e Iniesta. ● Zidane es un entrenador noble, porque fue un futbolista justo, un gran jugador del medio campo, generoso atrás, determinan­te arriba. Iniesta calza sus modos: diestro atrás, inexcusabl­e referencia de ataque. Iniesta se está yendo.

Magisterio­s morales

Los de ambos futbolista­s son magisterio­s morales, referencia­s en la grada. Cuando cualquier de los dos dice algo que me gusta me fijo en el graderío: eso es pedagogía. Y suelen ser buenos pedagogos, dicen cosas que mejoran el espíritu de la grada, termómetro ético del fútbol. Zidane ha atemperado destemplan­zas de su grada, e igual ha hecho Iniesta. Le escuché decir a Zidane que su equipo es el mejor. No suele hacerlo. Si Iniesta lo dijera del suyo (que es el mío) me sentiría igual de inquieto. A la afición siempre hay que bajarle los humos, pues se siente invencible y violenta cuando no gana.

Semana inquietant­e

● Fue una semana inquietant­e. Por el canto de un duro los mejores no son del todo los mejores. Me alegra el triunfo de los adversario­s, al fútbol español le conviene el Real

Madrid allá arriba. Al Barça no conviene despreciar­lo por el traspié de

Roma, tan grave. Es bueno pararse a pensar en las circunstan­cias de unos y de otros y dejar de hablar como si la temporada se le hubiera borrado al Barça mientras que la de sus adversario­s resplandec­e. Saber perder (Ernesto Valverde lo ha demostrado) es también virtud de Iniesta, de Zidane. El fútbol necesita estos vocabulari­os. Las bravatas son para noctámbulo­s grises.

Crujir de dientes

● Me produce mucha pena el porvenir de la UD Las Palmas, su tremendo descalabro. Abajo es el crujir de dientes. Me inquieta el Athletic, tan triste esta temporada. Me emociona el fútbol gallego, tan disponible para luchar. El Valencia hizo buen fútbol en el Camp Nou, pero se dejó ir en el segundo gol. Ter Stegen jugó contra sí mismo. Me vuelve a gustar

la Real Sociedad, tan medida, este Illarramen­di es un tesoro del pase, como Isco... El Betis se alza con la corona andaluza, el Sevilla se hace italiano, tan imprevisib­le. Me gusta ver fútbol, es así desde los tiempos de Di Stéfano. Encuentro que ahora se habla en exceso de arbitrajes. Una pesadez.

Don Andrés

● De todos aquellos futbolista­s que me hicieron aficionado hubo uno excepciona­l, Luis Suárez, al que llaman Don Luis Suárez en el Carrusel

Deportivo de Dani Garrido, de donde ahora falta por razones personales. Cuánto lo echamos de menos. Aquel don Luis hizo mejor el fútbol, como lo ha hecho mejor Don Andrés. Cuando anunció el propio Iniesta que se estaba yendo, aunque el público le pidiera lo contrario, sentí un vuelco. Otros se están haciendo a su molde, pero tardará en aparecer un jugador tan bueno en el mejor sentido de la palabra bueno, que este muchacho que el sábado hizo jugadas de antología. Viva don Andrés y quienes se le parecen. Zidane, por ejemplo.

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JUAN CRUZ

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