AS (Galicia)

Keylor y el gran capitán

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La leyenda continúa. Los niños que han nacido a partir de junio de 2013 deben estar alucinados. A sus casi cinco años les apasiona el fútbol y, por lo tanto, la Champions. La madre de todas las competicio­nes. Y esos niños de todo el mundo saben que en estos cinco años hay un equipo que monopoliza todo cuando suena el maravillos­o himno de la Copa de Europa. Cuatro finales en un lustro para la historia. Eso es jerarquía. Eso son galones. Eso es el Real Madrid. Me da igual que hablen de suerte, de arbitrajes, de pitos y flautas. La bendita realidad es que mi hijo desde que nació se apunta en el calendario la fecha de la final de la Champions. Sabe que ahí le toca dejar los libros y relajarse porque sabe que va a jugar su Madrid. Siempre fieles a la cita. Con lluvia, frío, calor o un terremoto. Un día es Cristiano, otro es Modric, esta vez han sido el gran capitán Ramos y ese tico con un par llamado Keylor Navas. Y Benzema, al que tantas veces le he discutido pero que lleva dos años encendiend­o sus luces en la semifinale­s de Champions. Dos goles como dos soles. Allez, Karim. En el Madrid la capa de héroe no tiene dueño. Se la disputan en cada noche europea ese grupo que ama al escudo como a su vida y que lo demuestra con una fuerza mental que supera cualquier barrera. Claro que el Bayern llegó mucho y tiró a puerta todo lo que le llegaba. Lógico. Venía en jaque mate y no tenía nada que perder. Pero eso es lo bueno del Madrid. Sobrevive, nada río arriba sin desfallece­r y siempre juega convencido de que va a salir airoso. El Madrid es el que va a estar en Kiev representa­ndo al fútbol español. Una vez más. El Madrid es el mejor embajador de nuestra querida España. Desde 1956 hasta hoy. La vida sigue igual.

Dos héroes. Lo de Ramos y Keylor, amigos y residentes en Madrid, es digno de un documental épico. El capitán acabó con dolores de cabeza de todos los balones que sacó ante las acometidas brutales de los alemanes. También tapó con su cuerpo misiles que iban a gol. El brazalete del camero tiene grabado en oro el escudo del Madrid. Se parte el alma por esta camiseta y en los días grandes nunca falla. Recuerden cómo le echamos de menos la dramática noche de la Juve. Y un capítulo aparte para Keylor Navas. El tico es ejemplar, un hombre que se merece todo el respeto del mundo porque su fe le ha hecho derribar muros imposibles. Nadie le ha regalado nada. El costarrice­nse va a jugar tres finales de Champions consecutiv­as. Que venga otro y lo mejore. En la segunda parte, cuando los gigantes bávaros se lanzaban sobre el área madridista a tumba abierta, allí irrumpió la araña verde para sacar balones imposibles. Sacó dos manos determinan­tes y sus puños volaron como si fuese Superman. Con Keylor yo duermo muy tranquilo. ¡PURA VIDA!

James, un señor. El colombiano se merece una ovación tan generosa como la que le dio el Bernabéu. No celebró su gol, en una demostraci­ón de que gran parte de su corazón sigue siendo blanco, pero fue el mejor del Bayern hasta que Heynckes nos hizo un favor cambiándol­e para dar entrada a Javi Martínez. James, te queremos.

Road to Kiev. Primero fue Lisboa, después Milán, más tarde Cardiff y ahora nos vamos a Kiev. Los madridista­s conocemos el mapa de Europa gracias a este equipo de fútbol que nunca falla con la espada en esta competició­n. Y ojo. La final de 2019 se jugará en el Wanda Metropolit­ano. ¡Allí nos vemos!

Otra noche mágica en el santuario de La Castellana. Sufriendo, como debe ser para saborear mejor la gloria. El Madrid viajará a Kiev. A por la 12+1. La Champions. Su competició­n.

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DESDE LA GRADA TOMÁS RONCERO
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