El Barcelona conquista su quinta Copa consecutiva
El Logroño sólo resistió una parte y luego se descompuso
Quinta Copa del Rey consecutiva para el Barcelona, y otra vez la segunda plaza para el Logroño, que esta vez fue menos fiero que en otras ocasiones porque llegó al último cuarto del partido casi rendido, con un 28-20: tres goles en quince minutos, ya que al descanso aún estaba por decidir el choque (19-17).
La final fue azulgrana, desteñida por algunas decisiones arbitrales tan inexplicables como dolorosas para el cuadro riojano, con la interpretación de las faltas de ataque cuando defiende Mem, siempre buscando el contacto en cuanto se ve superado. Mem fue uno de los factores ofensivos del Barcelona, el que les mostró a los suyos el camino para ganar ante una defensa rival que no salía al contacto, y que así era martilleada por él, por Entrerríos, por Palmarsson, por N’Guessan... desde los siete u ocho metros. Tan fácil como eso.
Sin defensas, porque la del Barça tampoco fue de llamar la atención, puesta en evidencia por Garciandía en la primera mitad, ganó el equipo con más calidad ofensiva. Y cuando el Logroño se notó perdido, simplemente se fue descomponiendo con el paso de los minutos y viendo cómo el marcador se ampliaba. Y Castro se lesionaba, y Del Arco se resentía.
En la última Copa de Garabaya, el asturiano fue leal con su pasado batallador. Para otros, una despedida amarga porque no merecía tanto castigo. Para el Barça, ganar la Copa fue un alivio para cerrar el curso.
Problema Esta vez la defensa riojana no tuvo suficiente consistencia