AS (Galicia)

La Play Station, principal entretenim­iento de los jugadores de La Roja

- IGNACIO CAMACHO @ignacio_camacho

Vicio. Entre partido y partido, los jugadores de la Selección española hacen más cosas a parte de entrenar. El hobby más común entre los futbolista­s de La Roja es jugar a la Play Station. Lucas Vázquez, Asensio, De Gea y Azpilicuet­a son los más enganchado­s a la consola, eso sí, según cuentan, nadie es rival para

Carvajal en el juego de moda, el Fornite.

Souvenir. En la calle peatonal Nikolskaya de Moscú, a un par de manzanas de la Plaza Roja, hay una tienda de recuerdos que se ha hecho famosa por vender matrioshka­s (muñecas tradiciona­les rusas) con las caras y las camisetas de los jugadores del Mundial. Cada una tiene un valor entre 300 y 400 euros, por eso sorprende que hayan tenido bastantes fallos en las muñecas que representa­n a los jugadores de Uruguay. Godín, por ejemplo,

está representa­do con la cara del Mono Pereira y el Cebolla Rodríguez lleva la camiseta del Atlético de Madrid en vez de la de la Celeste. Piezas de coleccioni­smo.

Cesarini. Un obrero alemán ganó 259.532,09 euros en una apuesta combinada de 12 partidos de la primera fase que estuvo marcada por los goles en los últimos minutos de los partidos, lo que comunmente se conoce como la

zona Cesarini, en honor al delantero italo-argentino de los años 20 y 30 que acostumbra­ba a marcar en los minutos finales. Los goles de Kroos a Suecia, de Aspas a Marruecos, y el de Rojo a Nigeria fueron claves para que este alemán se llevara el premio. Así, la eliminació­n de Alemania dolerá menos,

imagino.

Sensibilid­ad. El canal en español más visto en el mundo es la cadena estadounid­ense Telemundo. Los dirigentes de este canal suspendier­on el pasado viernes a los presentado­res James Thahhan y Janice Bescomen del programa Un Nuevo Día, que en una emisión hicieron el gesto de rasgarse los ojos con las manos para burlarse de los jugadores de Corea del Sur. Ambos han pedido perdón públicamen­te por haber ofendido a las personas de raza asiática ante más de 12 millones de espectador­es. No es para menos.

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