Alonso, un adiós muy triste
La retirada de Alonso de la F1 es una realidad triste para los aficionados. Y por varios motivos. El más evidente es que se despide uno de los nombres importantes de la era moderna de los grandes premios, un piloto de talento inconmensurable capaz de protagonizar momentos inolvidables que refrendaban ese don para llevar al límite, rozando lo inverosímil, un monoplaza. Se va quien puso a España en el mapa de una especialidad que parecía vetada para los pilotos de un país que deslumbraba en la motos pero no pasaba de mínimos en los coches. Sus éxitos fueron los de todos, disfrutamos tanto que por eso lo que vino después fue más cruel.
Es la segunda parte de la cuestión. Alonso puede estar satisfecho de su entrega, abnegación, esfuerzo y coraje, de haber dado cuanto estaba en su mano en la búsqueda de la excelencia del triunfo. Pero lo cierto es que el destino, la fortuna o llámelo cada cual como prefiera, no ha sido tan generoso como su dedicación merecía. Falló lo que pocos pudieron pronosticar que lo haría, proyectos en equipos de leyenda que no estuvieron a la altura y sus palmarés se antoja más enclenque de lo que merecería. Si Alonso hubiera dicho adiós con cuatro títulos podríamos decir que el deporte es más justo de lo que es... Pese a todo, el agradecimiento es el sentimiento que debemos aplicar con un deportista ejemplar.