AS (Galicia)

Así gesta Citroën su reconquist­a con Ogier

No celebran un éxito desde 2012, el último año completo de Loeb, y ahora los franceses aspiran a todo con el regreso de Sebastien. “El año que viene tiene que ser diferente”, dice su director, Pierre Budar

- VÍCTOR SERRANO

Están decididos a poner fin a su larga travesía en el desierto. Desde que Loeb dejara de competir a tiempo completo en 2013, en Citroën Racing no han vuelto a ver ningún título en sus vitrinas. Eran la referencia, nadie podía con ellos, inalcanzab­les, pero se fue el rey y nadie pudo ocupar su trono... hasta ahora. Y es que el hijo pródigo, el heredero del gran campeón en el Mundial de Rallys, regresa a casa. Tras siete años separados, Citroën y Sebastien Ogier vuelven a unir sus caminos.

El francés llega con las manos tan llenas que se le caen los títulos, conquistó cuatro con Volkswagen (de 2013 a 2016) y los dos últimos con Ford. Es la pieza que les faltaba para tener el puzzle perfecto. “Tenemos un coche para ganar, incluso lo teníamos este año”, asegura Pierre Budar, director de la formación gala, pero lo que no tenían era un piloto capaz de llevarlo a lo más alto. Ni Breen, ni Ostberg, ni Meeke (al que despidiero­n por sus numerosos accidentes) pudieron hacerlo, pero ahora tienen al más solicitado, al número uno, a quien acompañará otro fichaje: Esapekka Lappi.

Por eso deben asegurarse de que le ofrecen aquello que dicen tener, un coche para ganar, y en ello vuelcan todos los esfuerzos de su sede en Satory, As pudo ser testigo. Allí, a la afueras de Versalles, está el cuartel de PSA Motorsport, donde también se encuentra el equipo DS de Fórmula E (antes asociado a Virgin y ahora con Techeetah) y hasta este año el de Peugeot para el Mundial de Rallycross (ya no lo correrán

Números 17.000 m2 y 500 horas de trabajo para montar un C3 WRC

más), pero todo gira en torno a la división de rallys. Es el mayor escaparate para el lado deportivo del grupo y es ahí donde destinan más recursos. “El programa de Citroën es el más importante para PSA. Después de la F1, el WRC es el mejor campeonato de automovili­smo”, justifica Budar.

300 trabajador­es se reparten en los distintos departamen­tos (motor, caja de cambios, chasis...) de unas instalacio­nes de 17.000 m2 y la mayoría de ellos se dedican a mejorar el C3 WRC, el coche de competició­n que nace de un C3 de serie tras 500 horas de trabajo para instalar, entre otras cosas, 40 metros de tubos en su interior. Cifras astronómic­as, dignas de un equipo ganador, pero a las que no acompañaba­n los resultados.

“No estoy orgulloso de nuestros resultados de este año (décimos con Ostberg y últimos como fabricante­s), no son los esperados. Estamos en el Mundial para luchar por ganar y no hemos estado en situación de ello, así que no podemos estar satisfecho­s. El año que viene tiene que ser diferente”, asegura Pierre, jefe del equipo desde enero que suda gasolina: “En 1991 era ingeniero en un coche y piloto en otro”. Un hombre de la casa al que eligieron para reconducir la situación, algo que ha comenzado a hacer:“Hemos hecho mucho trabajo para mejorar el coche desde el año pasado”.

Y no sólo eso, sino que han podido contar con el mejor hombre para hacerlo. “Hemos tenido a Loeb haciendo algunos test para asegurarno­s de que el desarrollo va en la dirección apropiada”, dice del nueve veces campeón del mundo, que ha estado involucrad­o hasta el final con la marca en la que se convirtió en leyenda antes de marcharse a Hyundai. Pierden un gran activo pero se hacen con otro igual de suculento. “Necesitamo­s ser perfectos en todas las áreas”, apostilla Budar sobre sus opciones para ganar en 2019. Con Ogier, ya se han asegurado la perfección en una.

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