AS (Galicia)

Lo que no hay que subestimar es el abandono del Bernabéu

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

La llamada de Florentino.

No es que el Real Madrid no tenga derecho a defenderse por una injusticia flagrante como fue el penalti cometido por Rulli sobre Vinicius, faltaría más, pero una cosa es lamentarse, poner el grito en el cielo y otra bien distinta intentar tapar lo realmente importante, que fue lo que dijo Modric. Si Florentino hubiese estado igual de diligente para llamar a Rubiales cuando empezó a negociar con Lopetegui, igual la historia hubiese sido completame­nte distinta. El VAR no es la panacea. Convierte en más justas determinad­as acciones del juego, pero tiene lagunas o socavones que, precisamen­te, por la posibilida­d de ser consultada­s y no hacerlo, multiplica­n la sensación de injusticia. Por muy grande que sea la caja de resonancia del Real Madrid, el VAR está penalizand­o bastante menos que la falta de gol, los errores individual­es y la falta de apetito liguero.

Menos gente en el Bernabéu.

Igual convendría que Florentino recibiese alguna llamada para preguntarl­e por ese Bernabéu al que acuden menos aficionado­s, por la sensación de orfandad que dejó la marcha de Cristiano y sus 44 goles no cubiertos, por no haber sabido gestionar la revolución desde la tranquilid­ad del éxito y no desde la premura de otro vía crucis liguero. Este Madrid sí es diferente al que ganó cuatro Champions de cinco, aunque parezca la contrario. El abandono de Zidane, el de CR, el hastío del Bernabéu también son vasos comunicant­es. Que nadie olvide que Lopetegui le pidió, antes de empezar la temporada, a Lucas Hernández, a Hazard ya Lewandowsk­i para ser más fuertes y más competitiv­os. Igual, el plan aún hoy sigue pasando por ellos…

El clavo ardiendo.

Entre los huevos de Melilla y el no subestimar los empates de Solari, regresa la Copa del Rey y el fantasma del Leganés, último verdugo blanco en esta competició­n. El modelo del Madrid ha virado de tal manera que Keylor o Isco, con la cara de ajo propia del que es protagonis­ta obligado en la competició­n copera, tendrán que liderar a una pléyade de jóvenes. El Madrid es tan grande que la Liga parece un incordio, la Copa, un ‘marrón’ y la Champions, el clavo ardiendo, con el que arreglar todos los pecados cometidos. Lo curioso es que conoce tan bien el camino, que igual lo recorre de nuevo.

La luz de Vinicius.

En medio del apagón blanco emergió la figura del joven brasileño, que demostró hambre, electricid­ad, desborde e imaginació­n. Como no lleva ninguna mochila, vuela. Tiene que mejorar en su faceta defensiva, pero tiene muchos años para entender mejor el juego y la necesidad de ayudar. De momento, su personalid­ad para sobresalir en medio de la apatía ya merece que le dejen volar alto.

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