AS (Galicia)

Vicente Boluda “Había que tener otro plan antes de vender a Cristiano”

Vicente Boluda Fos (Valencia, 1955) es uno de los empresario­s navieros de más éxito en el mundo. Tiene en su poder la mayor flota de barcos que está en manos privadas. Pero nada le hizo sentir tan orgulloso como ser presidente del Madrid en 2009. Hoy se c

- MARCO RUIZ /

¿Cómo le va la vida? —Estupendam­ente. Estoy encantado e ilusionado con todo lo que me rodea...

—¿Y cómo escaparon sus negocios de la crisis?

—Pues bien, bastante bien dentro de lo que cabe, aunque son negocios navieros muy complejos.

—De usted siempre se ha dicho que en sus manos está la mayor flota del mundo.

—La mayor que está en manos privadas. Las hay mayores, aunque no muchas, pero son de fondos de inversión que cotizan en Bolsa. Las hay mucho más grandes…

—¿Le quita mucho tiempo su actividad?

—Hombre, me suelo levantar muy pronto, pero más que nada porque a las once ya estoy en la cama…

—¿A qué hora empieza a funcionar?

—Como a las cinco de la mañana. Y créame, de esa hora hasta las nueve o diez da tiempo a hacer muchas cosas, sí que cunde. Es buena hora para hablar con las compañías de Asia… Pero ya le digo, no me levanto a las cinco por obligación, sino porque ya he dormido seis horas y estoy saciado.

—¿Y el resto del día? —Tengo días más ocupados que otros, pero mi actividad es grande. Presido la Asociación Naviera Valenciana, la de Estudios Avanzados, la de Empresario­s Valenciano­s, la Asociación de los Premios Rey Jaime I, la Asociación Nacional de Armadores y Remolcador­es, también soy presidente de la Asociación de Navieros Españoles… No me aburro, se lo aseguro (risas).

—Para nada…

—Pero lo que más tiempo me lleva son, lógicament­e, mis compañías.

—Hace un par de años usted dijo: “Sin Cristiano, el Madrid lucharía con tirachinas ante el Barça”. ¿Está pasando eso ahora?

—Ustedes dirán. Con la que hay liada no voy a ser yo el que eche más leña al fuego. No quiero ahondar en la herida, pero los 50 goles de Cristiano se han quedado en nada y eso es una realidad.

—¿Le sorprendió que le vendieran?

—Muchísimo, pero sobre todo porque no había un plan alternativ­o. Estas cosas hay que hacerlas con una programaci­ón de dos o tres años. Es como una empresa cuando decides relevar a toda la cúpula directiva. No es algo que puedas hacer de la noche a la mañana. Se ha ido Cristiano, se queda el resto y no pasa nada… Pues está pasando lo que tenía que pasar, lo que era inevitable.

—¿Cree que a Cristiano le pesó ser un fichaje de Calderón y Boluda?

—Fue un fichaje nuestro, sí, y eso hay que decirlo claro. Se lo dimos a Florentino hecho y firmado… ¡Y pagado!

—¿Y pagado? —Estaba contabiliz­ado en las cuentas, luego estaba pagado. —¿Qué supuso para usted ese movimiento?

—Cambió la historia moderna del Madrid, como Di Stéfano lo hizo en los años 50. Se han ganado las últimas cuatro Copas de Europa gracias a él… Ha sido importantí­simo.

—En marzo se cumplen 10 años de la Asamblea en la que fue usted ratificado. ¿Ha pasado rápido el tiempo? —Volando (risas). Pero me siento orgulloso de alguna cosa que hice en el Madrid. —¿De qué?

—De cumplir escrupulos­amente lo que prometí, que fue sacar al Madrid de los juzgados, estabiliza­rlo institucio­nalmente, democratiz­arlo poniendo el voto secreto en las Asambleas y el voto por correo con el sistema de Correos, y convocando elecciones cuando todo eso hubiera pasado. Y también dejé cien millones en caja, por cierto.

—¿Le costó trabajo convocar esas elecciones, no habría preferido quedarse?

—Dije que las convocaría y lo hice, aunque algunos estuvieran nerviosos porque, en este país, ya se sabe que dejar el sillón cuesta un poco. —Pero usted lo hizo.

—Mi labor era arreglarlo todo y convocar elecciones, y lo tenía claro. De lo que yo no tengo la culpa es de que a esas elecciones sólo se presentara un candidato.

—¿Por qué lo dice?

—No, no, por nada, porque hay quien me acusa de haberle entregado o dejado el club a Florentino. Pues no, lo más sano habría sido que se hubieran presentado siete candidatos. —¿Qué quedó de lo que hizo? —Pues me dolió que se cambiaran cosas que estaban bien. Se volvió a una etapa oscura en el funcionami­ento del club en la que se vota con la mano alzada mientras hay gente que ve y apunta lo que estás haciendo. El Madrid debía de ser una cosa mucho más limpia y legal. Se dio un paso atrás importante y me extraña porque los que están al mando del Madrid son expolítico­s y tendrían que mirar más por cuidar estas formas claras y diáfanas que ahora no existen en el Madrid.

—Y se aumentó a 20 años la antigüedad de socio para ser presidente…

—¡Yo ya la tengo! (risas). Desde hace muy poquito, por eso a las elecciones de 2017 no pude llegar por poco. Igual para las próximas ponen 25… ¡O 30! —¿Cree que lo cambiaron por usted?

—No creo que sea yo tan importante, no… Pero al único que le afectaba era a mí. ¿Qué quiere que le diga?

—¿Qué echa de menos en el Madrid de ahora?

—Vamos a ver, la realidad es que el club está secuestrad­o, que el socio no pinta nada, sólo sirve para crear la apariencia de que se trata de un club deportivo, es un número. Y hay que devolverle el club al socio porque ese fue siempre el encanto del Madrid. —¿Cómo lo haría usted? —Pues tiene que participar en la gestión del club. Para empezar, hay que devolverle la posibilida­d de vivir actividade­s en Valdebebas, que parece eso un coto cerrado. Y tiene que ser un sitio de encuentro. Y por otro lado hay que cambiar el sistema de elección de los compromisa­rios, puede que mediante un sorteo entre todos los que se presentan, porque es el órgano representa­tivo y hay que cuidarlo. Tenga en cuenta que son los que votan las decisiones vitales y necesitamo­s que haya transparen­cia y que no se dirija desde dentro del aparato. —¿Y qué más haría? —Lo de que se vote de manera secreta es vital. Lo que hay ahora es de países tercermund­istas. Eso es una barbaridad. Se hace a mano alzada para ver quién vota contra mí e ir contra él.

—¿Usted se presentarí­a a las elecciones?

—Pues no lo sé, todo es pensarlo. Es difícil porque tengo que pensar en mi parte profesiona­l. No estaría yo muy seguro de que no terminaran tocándome mi parte profesiona­l.

20 años “¡Ya tengo esa antigüedad! Igual ahora ponen que sea 25 o 30”

Su idea “Devolver el club al socio, que vote de manera secreta”

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