AS (Galicia)

Jennifer Pareja “Yo soñé ser olímpica, no lo que el waterpolo me dio”

Cuando era niña, su carpeta era las fotos de la selección de waterpolo masculina plata en Barcelona 92. Empezó a jugarlo en el ‘cachito’ de piscina no ocupado por los chicos. Cuando creció fue plata en Londres, campeona del mundo. Es Jennifer Pareja (Olot

- P. CAZÓN /

¿Cómo era el waterpolo femenino cuando empezó? —Yo lo hice en Olot y tuvimos que luchar contra todo para que nos hicieran un equipo. En el club había masculino pero no querían femenino. Nadie quería entrenar a las chicas.

—¿Y cómo entrenaban? —Pues ocupando los huecos que dejaba el masculino. ¿Los chicos de nueve a diez? Nosotras luego. La piscina grande se la montábamos a ellos. El cachito que sobraba, para nosotras. —Usted empezó en 1999... —Y escuché mucho que no era deporte de chicas. Era social. Los equipos que habían destacado eran masculinos. Todas queríamos ser como el del 92. —Su carpeta eran sus fotos. —¡Sí! Las chicas en clase iban con los Backstreet Boys y yo con ellos. “¿Estos?”. “Los de waterpolo”. ¡A los guapos los subrayaba! Recuerdo en la Barcelonet­a, ir con el Olot, y perseguirl­es. —¿Les pedía fotos?

—¡Claro! Que yo era muy friki del waterpolo. A Chava Gómez, Estiarte... Al que pillaba.

—A usted el agua, al principio, le daba miedo... —Traumático. Iba con mi familia al río y, con el agua por los tobillos, empezaba: “Hipi, hipi”. Me ahogaba. “Pero hija”. “Hipi”. —¿Cuántos años tenía? —Cuatro. Mis padres dijeron: “Esta niña empieza a nadar o...”. Y me llevaron al club de Olot. —¿Se le daba bien?

—Sí. Desde chica fui muy cabezona, competitiv­a. Lo llevo dentro. A los seis años me dan una beca. Había ido a la piscina con mi padre y la entrenador­a chillaba, no quería. Mi padre tuvo que arrastrarm­e por el suelo para tirarme. Y yo: “Que no, que no”. —¿Cómo le llega el waterpolo? —No me llega. Cuando me empiezo a interesar es cuando decido jugarlo. Yo estaba bien en natación, iba a campeonato­s... Mi padre me llevaba a la piscina los sábados y el monitor: “Que la vas a quemar”. “¡Si me pide venir!”. Para que me cronometra­ra. —Fue campeona de España. —Y de Cataluña, varias veces. Espaldista. Hice el récord de España justo antes de dejarlo. Pero era muy vaga entrenando. Me hundía, dejaba pasar a la gente, pero en los campeonato­s ganaba. Recuerdo, en aquel récord, la entrenador­a de otro equipo: “Que sepas que no lo mereces”. Me tenía manía: sabía que me esforzaba lo mínimo. —¿Y cómo es el cambio? —Cuando mis amigas empiezan a hablar de waterpolo, yo viajo sola a los campeonato­s. “Qué aburrido”. Cuando ellas logran hacer equipo dije: “Me voy”. —¿Y?

—Que nadaba mucho, salía la primera y me quedaba sola ante portería. Cogía el balón y adentro. Me empiezo a interesar cuando veo que me gusta. —Pero llega al CAR.

—La noche anterior de un OlotSant Feliu me fui a la cama pensando: “Si quiero hacer algo en esto, es mañana”. Ahora hay un sistema de técnicos que van paseando. Entonces no había nada, nadie en las gradas. Pero el entrenador del Sant Feliu era selecciona­dor catalán. Hice ocho goles. Cuando acabó el partido, vino: “¿Te gustaría ir la catalana?”. De ahí pasé a la española y luego al CAR. —Sólo dos años más tarde. —Sí. Yo técnicamen­te nunca fui buena. Las piernas toda la vida las puse donde no tocaba, no me elevaba más allá del pecho para chutar... Pero era avispada. Toca coj... Me cogieron por eso. —¿No se escaqueaba?

—Un año antes de entrar al CAR, me llamaron para ir en natación. Un entrenador, Víctor, me acuerdo. “No estoy hecha para el CAR”, dije. El día que me vio allí con waterpolo: “¿Tú no decías no estar hecha para el CAR?”. “Ya pero esto me gusta”. —Y cambia su vida.

—Todo. Sobre todo el concepto. “Quiero hacer esto en serio”. —¿Alguna vez se enfrentó a algún tipo de machismo?

—De pequeña sí. Estaba muy fuerte para ser una niña. “Pareces un tío”. No me afectaba. El brazo era mi herramient­a de trabajo... ¡Pero las camisas del Bershka no me entraban! —Formó parte de la selección que hizo historia.

—Sí, y soy consciente de la transición. Que antes de nosotras hubo muchas. Yo en el Mundial de Barcelona 2003 era la pequeña, hasta el último día no supe si iba. Jugué 13 segundos. ¡13! De esa generación aprendí. —¿Por qué?

—Tenían la misma implicació­n pero jugando un Mundial y salir del agua para irse a trabajar. —¿Todas?

—Sí. O estudiaban o las mantenían o trabajaban. Todas. Había farmacéuti­cas, profesoras. El deporte lo marcan los éxitos, nos quedamos con eso, pero yo a veces tiro para atrás, a ellas. —¿Cómo eran?

—Con la misma pasión, sin recibir nada. Que nosotras hemos podido vivir de ello. Ellas no. —¿Quién era su referente? —Merce Vallés, que jugaba en mi posición. Y Eli Fuerte, capitana, súper estricta y muy seria. Patricia del Soto, que en la habitación se ponía a lanzar pelotas, para entrenar el pase. Ana Ramírez, que le operaron la mano antes del Preolímpic­o de 2004 y a una semana dijo: “Sacadme los clavos, juego”. Cristina Hongo me ayudó mucho en defensa. —¿Por?

—Porque cuando entras a la selección y no tienes el rodaje es lo que más cuesta. Yo durante años tuve la sensación de no saber defender, que sólo atacaba. —Los primeros Juegos que recuerda son Barcelona. —Vagamente. A Cacho. Y decir: “Yo quiero eso”. “Sí, tú sigue nadando anda...”, dijeron en casa. —¿Entendiero­n que lo dejara por el waterpolo?

—No me dejaban. Tuve que hacer que me echaran. —¿Cómo?

—Decía que me dejaba el bañador en casa, por ejemplo. Hasta que la entrenador­a compró uno. “Toma”. “Jod...”. Un día me vino el presidente. “Lo siguiente es que te echemos”. “No os paséis, que esto era tirar de la cuerda para que me dejárais hacer waterpolo”. Y me permitiero­n hacer ambos hasta irme al CAR. —¿Cómo llegó al Sabadell? —El primer año en Olot, me llega una oferta, pero me faltaba un paso. No podía ir del Olot al Sabadell, es como ir del Huesca al Madrid. Hay un medio, el Espanyol. Me faltaba llevar la responsabi­lidad, saber hacerlo. Fui tres años al Sant Feliu y en 2005 me volvió a llamar el Sabadell. —¿Cobraba del waterpolo? —Entonces no. Fue al irme del Sabadell, tres años más tarde, cuando me lo ofrecen. “Te íbamos a pagar...”. 150 euros. Pero me marché al Mediterran­i. Chocaba mucho con el entrenador. —¿Sin ganar nada?

—Cero. Pero en el Mediterran­i tuve un entrenador de exprimir al máximo, llevarte al límite. Aprendí mucho. Fueron tres años muy chulos. Ganamos una Liga, contra todo pronóstico. Y me reficha el Sabadell, ya con contrato. —¿Y ya vive del waterpolo? —Ya cambia un poco todo. Con la Especial ADO, una ayuda sin

Inicios “Costaba encontrar entrenador. Nadie quería entrenar a las chicas”

Lesiones

“A los 18 años sufrí una trombosis. Estuve seis meses con Sintrom”

 ??  ?? 2012. Jenni (círculo amarillo) y la selección femenina de waterpolo que logró la plata olímpica en Londres.
2012. Jenni (círculo amarillo) y la selección femenina de waterpolo que logró la plata olímpica en Londres.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain