AS (Galicia)

LA CRÓNICA

- PATRICIA C

No hay entrenador como el hombre de negro capaz de hacer eso: de convertir la emoción en fútbol. Nada hace más favorito a su Atleti que no serlo. Antes de que el Ale, ale, ale, Atleeeti retumbara en la grada como tambores de guerra ya le había dado un golpe a la Juve. La Fiera titular, Costa, por sorpresa. Que en el Metropolit­ano se encontraba­n dos equipos con todas sus finales perdidas de Champions sobre la hierba como heridas abiertas, pero sólo se vio a uno, al rojiblanco. Fue un homenaje al Calderón, al escudo, a la grada, en una de esas noches que explican el ser del Atleti. Por esto, precisamen­te por esto.

Que los pintaron fieros. A Cristiano, Pjanic, Mandzukic y Dybala, pero sólo eran hombres. Como ellos, los rojiblanco­s, que salieron al partido golpeando la hierba como si no fueran once, sino un ejército. Intensos, eléctricos, con presión altísima. De su Juve, avasallada, durante muchos minutos, a Allegri sólo le llegaría una noticia: un libre directo que Cristiano zapateó fortísimo, desde treinta metros, y Oblak sacó con la punta de los guantes. Pjanic estaba cegado, Bentancur sobrepasad­o, Dybala directamen­te como si no estuviera.

El Atleti, mientras, apretaba los dientes lanzándose hacia el área de Szczesny. Que Koke estaba de vuelta y su linterna se notaba en el juego, que Costa era la pelea por cada balón directo, que Godín era el Faraón de los viejos tiempos. Pero el dominio del Atleti no encontraba remate. Ahí seguía solo Griezmann. El mayor peligro de la primera parte salió de su zurda: cayó Costa en el área, derribado por De Sciglio, el árbitro pitó penalti pero el VAR, que se estrenaba en estos octavos de Champions, corrigió. La falta había sido fuera. Szczesny detuvo el libre directo que Griezmann trató de colarle pegada al palo.

El descanso llegó con Simeone torciendo el gesto, que esta guerra por los cuartos la formaban dos batallas y acaba de perder otro hombre para la de Turín: Thomas, por amarilla, como antes Costa por moverse en la barrera del libre directo de Cristiano, ambos apercibido­s. Pero si alguien pensó que el reposo le bajaría las pulsacione­s a los rojiblanco­s, que al final de la primera parte se vio a un Atleti cansado, quizá acusando tanto desgaste de inicio, nada más lejos: Simeone lo aprovechó para afilarle a sus jugadores las botas.

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