Hazaña de las mujeres e
Las iraníes logran entrar a un estadio de fútbol libremente por primer
Quién iba a decir que un partido que termina con un aplastante 14-0 no iba a ser noticia por su resultado. El Irán-Camboya de ayer se convirtió en un acontecimiento histórico en la lucha por los derechos de las mujeres iraníes desde el momento en el que se abrieron las puertas del estadio Azadi de Teherán y más de 3.500 entraron como aficionadas y presenciaron un partido de fútbol en el país persa por primera vez en cuarenta años. Aunque sólo haya sido de manera temporal, este hecho supone la caída de un muro gigantesco en el único país del mundo que no permite la entrada libre a las mujeres en los campos de fútbol.
Las mujeres iraníes dispusieron de 4.000 entradas a la venta, de las que se compraron más de 3.500, en un estadio con capacidad para 78.000 personas. Estuvieron repartidas en cuatro sectores y estuvieron vigiladas constantemente por 150 policías. El escaso número de boletos ofrecidos no ha sido suficiente para callar la voz de los movimientos activistas, que critican que esta apertura al público femenino es escasa y que únicamente se ha producido por las presiones de la FIFA.
Gracias, entre otros, a la plataforma Open Stadiums, que lucha porque no haya restricciones de sexos en los acontecimientos deportivos en Irán (algo que ocurre desde la implantación del actual régimen del país en 1979), la FIFA envió una carta a la federación iraní para que levantara el veto a las mujeres y amenazó con suspender a la selección de Irán si no aceptaba la petición. Ante la posibilidad de quedar excluida del próximo Mundial de Qatar 2022, la federación, con permiso del Gobierno, decidió abrir varios sectores para mujeres en dos encuentros clasificatorios para la Copa del Mundo, el de ayer ante Camboya, y el próximo partido que jugará Irán como local, ante Hong Kong, el próximo 26 de marzo.
La mayoría de observadores internacionales están convencidos de que esta medida cautelar para que las mujeres accedan a los estadios de fútbol es consecuencia de la conmoción que causó la muerte de Sahar Khodayari, una activista iraní que se suicidó hace menos de un mes en Teherán al entender que iría a la cárcel por haberse colado en un estadio del fútbol.
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