Entrevista de AS a Nadal en Manacor como cierre a un gran año del balear El número uno cuenta cómo pasó de la desesperación a disfrutar del triunfo
al peor torneo para ir corto de preparación. Perdí con Zverev y eso me lastró. Además, las cuentas no me beneficiaron, porque con dos victorias normalmente pasas. Pero bueno, eso me dio la opción de vivir una Davis muy especial.
—Hace unos días, contra Tsitsipas, no se rindió en un torneo de exhibición. ¿Eso es algo innato en usted o lo ha entrenado?
—Lo he entrenado toda mi vida. Me lo tomé como un torneo serio y los demás, también. Tsitsipas se dejó todo en la pista y lo demuestra su enfado en un momento de la final. Es la competición no oficial que todos nos tomamos más en serio, por la proximidad de la nueva temporada, porque es un buen test para saber cómo estás. Para mí fue una oportunidad de hacer un entrenamiento real. —Hablando del enfado de Tsitsipas, usted nunca la ha perdido, pero... ¿la paciencia es algo que se gana con los años?
—Cada cual es diferente. A mí no me permitieron nunca, ni mi tío Toni ni nadie de mi entorno, romper una raqueta o tener una actitud que no fuera adecuada en la pista. A mí no me dejaron hacer eso desde que era un niño. Cuando me hice mayor, fui yo el que no me lo permití.
—Malos modos aparte, ¿cree que 2020 puede ser el año en el que los jóvenes den ya un paso notable al frente? Parece que hay cierto runrún… —Claro que lo hay y es normal que ese runrún cada día sea más fuerte, porque nosotros cada vez somos mayores y ellos, mejores. Son buenos y mejoran año a año. Creo que deberían aspirar a ganar los torneos más importantes, como ya hicieron en 2019 Medvedev, Tsitsipas, Thiem… Pienso que Shapovalov va a dar un salto de calidad y que la progresión de Sinner es increíble. Es una realidad que están aquí.
—¿Pero qué es lo que sigue distinguiendo a los tres grandes (Federer, Nadal y Djokovic) del resto?
—De momento es así, pero el ciclo de la vida es aplastante y eso en un momento dado va a cambiar, más pronto que tarde. Por algún motivo uno de nosotros tiene 20 Grand Slams, otro
19 y el otro 16. Los tres hemos sido capaces de encontrar el camino para seguir siendo competitivos y tener éxito. —Este 2020 puede ser el año en el que usted se ponga al frente de la historia de los Grand Slams, aunque no le guste demasiado pensar en eso. ¿Cómo lo ve?
—Puede ser, pero lo normal es que no. Yo sigo con mi forma de entenderlo. Hago mi camino, porque uno no puede estar siempre frustrado y con una ambición desmesurada. La ambición es buena, pero siempre que sea sana, porque de lo contrario deriva en infelicidad. Cuando uno hace todo lo que puede no está obligado a más. Quiero hacerlo lo mejor posible para que cuando termine el año pueda decir que me he esforzado para que las cosas salgan de la mejor manera posible. Si no es así, es que no he sido lo suficientemente bueno. Estoy superfeliz de estar en esta situación y ojalá pueda continuar dándome opciones de conseguir cosas importantes.
Paciencia “A mí nunca me permitieron romper una raqueta”
Objetivos “La ambición desmedida deriva en infelicidad”
Pasa a la pág. siguiente ●●●