Un somnoliento
Un Unionistas ejemplar llegó a empatar y creyó en el milagro hasta el final ● Buenas intervenciones de Areola
terapia ocupacional productiva. Lo más peligroso del Madrid en el inicio pasó por su izquierda.
Los salmantinos retrocedieron con el paso de los minutos. Pero el equipo de Zidane no puso empeño en abreviar aquello. Vinicius estuvo menos reivindicativo de lo esperado, Benzema lo dejó para días de mayor fuste y Casemiro y Valverde no fueron los centrocampistas a reacción que acostumbran.
Así que quedaba un partido sombrío, mucho más emotivo en la grada que en el césped, hasta que Álvaro Romero, jugador vitaminado que llevaba dos minutos en el césped, enganchó un balón en tres cuartos de campo, descolocó a Nacho y Carvajal y aplicó un izquierdazo cerca de la escuadra que superó a Areola. El Unionistas se sintió al filo de lo imposible. Aquello duró cinco minutos. Por primera vez apretó de verdad el Madrid, que volvió a ponerse delante en otra jugada poco luminosa. Ganó bien la línea de fondo Marcelo y su centro lo remató defectuosamente, cayéndose, Brahim. Góngora intentó evitarlo y acabó firmando un autogol.
Ahí, y en dos remates posteriores de De la Nava detenidos por Areola, de lo mejor del Madrid, expiró Unionistas, porque el equipo de Zidane recuperó su sentido del deber y procuró dar carpetazo al caso. Brahim puso el entusiasmo que le faltó a Bale, Marcelo abrió gas por su banda y Zidane metió a Jovic por si encontraba esta vez la pólvora. Tampoco apareció: mandó al palo un remate a puerta vacía. Las consultas de los psicólogos están llenas de goleadores sin gol. Brahim, el único con apetito, cerró el pleito en el descuento. Fue el único meritorio que levantó la mano.
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