Un campeón que no se cansa de ganar
Los de Klopp llegan a Madrid con números insaciables
Del Liverpool lo sabemos casi todo: 4-3-3, el talento de Salah, Firmino y Mané… Pero lo más impactante es la intensidad con la que sigue compitiendo.
Los impresionantes números del Liverpool 2019-20 se explican a partir del hambre, el inconformismo y una psicología colectiva muy bien trabajada. El deseo de ganar se aplica a las acciones más concretas: a cada duelo, a cada pérdida. No hay ni un instante de respiro para cualquier jugador que se enfunde la elástica red, pero lo más importante es que tampoco lo hay para los rivales. El todopoderoso conjunto británico te exige en los noventa minutos de cada partido, tanto en lo físico como en lo mental.
La victoria en Norwich este fin de semana, la número 25 en 26 jornadas de Premier League, volvió a mostrar la extrema intensidad con la que juega el conjunto de Klopp incluso teniendo un colchón de puntos que le permitiría una cierta relajación en partidos como ese, justo tres días antes de visitar Madrid, al Atlético del Cholo Simeone. Nada más sacar de centro, el líder se fue con todo el equipo hacia arriba y finalizó la primera acción del encuentro con un disparo del lateral derecho, Trend Alexander-Arnold, a los 13 segundos. Un detalle que refleja la personalidad agresiva y vertical del campeón de Europa.
La primera plantilla venía de disfrutar de quince días sin compromisos oficiales debido al parón post-navideño introducido por la Premier esta temporada. Klopp había liberado a sus futbolistas profesionales incluso del replay copero, por lo que todos regresaron con las pilas cargadas. Para no dejarles más tiempo sin ritmo competitivo, alineó en Norwich un once muy titular, en el que sólo se echó de menos a Fabinho y a un Sadio Mané que reapareció en la última media hora tras perderse cuatro partidos por una lesión sufrida el 23 de enero en Wolverhampton. Tanto el brasileño como el senegalés fueron llamados al rescate con el encuentro empatado a cero y fue el ex del Southampton el que logró el tanto de la victoria.
El gol en Carrow Road llegó en una de las acciones favoritas de este Liverpool, la misma que provocó el penalti contra el Tottenham nada más empezar la final de la Champions League en el Metropolitano el pasado 1 de junio: un balón aéreo cruzado que busca la profundidad para que Sadio Mané explote su velocidad a la espalda del lateral derecho. Es una jugada que el equipo de Klopp repite de forma recurrente, ya sea con envíos de Alexander-Arnold, Van Dijk o, como ocurrió este sábado pasado, Jordan Henderson.
A la primera final de Champions llegó con Lovren como acompañante del neerlandés en el eje de la zaga. A la segunda, con Matip. Durante todo ese tiempo ya estaba Joe Gomez en la plantilla, pero las lesiones le privaron de continuidad y confianza. Ahora, actuando con regularidad, ha recuperado el nivel que llevó a Gareth Southgate a instalarlo incluso como titular en la defensa de Inglaterra en los amistosos previos al Mundial 2018, al que no pudo llegar por un grave infortunio. El joven de 22 años, al que en el pasado también vimos actuar como lateral, es más rápido y más seguro con el balón.
Mané
El ‘10’ reapareció el sábado ante el Norwich tras una lesión