AS (Galicia)

Yulimar Rojas, flamante plusmarqui­sta mundial de triple bajo techo, con AS La venezolana apunta al oro olímpico tras haber sido plata en Río 2016

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vez en una competició­n probé el triple y salió 13,65. La gente se quedó admirada, subí hasta 14,37 y clasifiqué a los Juegos. En 2016, antes de Río, contacté por Facebook con Iván Pedroso, que le admiraba mucho, nueve veces campeón mundial y oro olímpico de longitud, y comencé a trabajar con él. Así vine a Guadalajar­a. Él ha sido la base del rompecabez­as para construir a la Yulimar de ahora, alta, fuerte, veloz y técnica. —Ahora tiene cuatro oros mundiales, una plata olímpica y el récord mundial. —Lo que hemos creado en cuatro años es maravillos­o. Mi vida cambió completame­nte. Un nuevo lugar para vivir, y en los entrenamie­ntos tenía dolores, se me hacía imposible correr, por las pesas... Y sin embargo decía: ‘¡Guau! Soy la mujer más feliz del mundo porque tengo al lado a una persona impresiona­nte’. Él es muy perfeccion­ista y estricto.

—En esos ‘cuatro años’ ha pasado de atleta de nivel mundial a figura excepciona­l.

—Sí. He cambiado en lo físico, lo psicológic­o, lo espiritual, lo técnico... Tuve una mejora increíble. En los comienzos saltaba de una manera muy rara. En la carrera me frenaba mucho, el primer salto era muy corto, el segundo también, sólo era bueno el último. Lo trabajé y puedo decir que soy otra atleta, pero en el ámbito bueno. Con fuerza, gallardía y coraje.

—Dice usted que es una soñadora, ¿en qué piensa? —Cuando fui plata en Río era feliz, pero quería cambiar la medalla de color. Ahora estoy en el top de mis condicione­s y es el año de conseguir ese sueño que anhelo. Es una medalla de oro que deseo y estoy cerca. Se trata

de cuidarse mucho, de esquivar las lesiones, de estar enfocada. Tener felicidad es la base para que todo marche bien y no haya ningún desvío de cara a los Juegos de Tokio.

—Es una atleta emocional, de corazón, familiar...

—Mi camino no fue fácil. Hubo trabajo, fuerza, sacrificio y mucho corazón. Eso es lo más importante. Sin eso no estaría aquí, el corazón es lo que te hace grande. Ser sencilla y humilde. Me considero alguien de buenas energías, de la ‘vibra’ que fluye en el universo... Soy también muy familiar, trato de ser el pilar fundamenta­l de la casa para comida, gastos... Es algo que me encargué desde siempre.

—Hace dos temporadas tuvo un bache deportivo... ¿cómo se sale? —Tuve unas lesiones que me llevaron a los suelos. Era muy duro ver a rivales como Ibargüen triunfando y no poder hacer nada. Aquello me cambió el punto de vista. Traté de poner cada cosa en su lugar: en un lado lo familiar, en otro lo sentimenta­l, por otra parte el atletismo. A veces de las cosas malas se aprende. Me cayó una avalancha de la que me levanté. Le aviso que este récord es el principio de cosas grandes.

—Se le ve en la pista confiada. —Me siento en paz conmigo, con mi entrenador, con el público. Me encuentre como me encuentre siempre habrá una sonrisa por delante. Me gusta llegar al tartán y decir: ‘¡Aquí estamos!’ Lo más importante es ser tú y mantener la esencia. No ser otra persona. Igual en la pista, en la casa, en la calle... —Tiene el récord bajo techo, queda el de aire libre que es 15,50 de Kravets. Con viento a favor habría caído.

—Yo no soy mucho de decir: ‘Estoy para récord’. Me gusta que las cosas salgan por si solas, porque si te obsesionas por lograrlo el cuerpo se agarrota. Sólo hay que mejorar cada detalle y corregir cada error. Iván me dice: ‘Siempre vas a estar por encima de 15 metros, porque 14 es fácil para ti’. Sí que me gustaría que las personas vean que lo imposible se realiza. —Duplantis, usted... Son dos atletas con récord mundial que emergen en el año olímpico, en los primeros Juegos post-Bolt. —Duplantis para mí es un atleta sin límite, excepciona­l. Salta los seis metros como si fuera algo fácil, como si jugara. Hizo 6,17, parecido a lo que soy yo, su récord se quedará corto en verano. Así que esperemos que los 15 metros para mí sigan constantes y que para mí los 15,43 y la barrera de los 15,50 se ponga a temblar. —Y los 16 metros. ¿Los ve?

—Ojalá. Y en un futuro no muy lejano. Cercano. El objetivo es afianzarse en los 15 metros y que salga solo. Sé que en cualquier momento puede salir.

—Sus rivales tienen problemas para acercarse a los 15 metros y usted va fácil. —Tener esa distancia es muy importante y me hace estar tranquila, pero también trabajo duro para ampliar diferencia­s, porque hay chicas con talento como Ibargüen, Ricketts, Franklin. Que ellas tengan que hacer el doble para ganarme. —En el Team Pedroso están Peleteiro, Soares, triplistas que miran a medalla olímpica. —¡Buah! Sería genial. Si pasa eso será lo más grande. En el verano se viene jaleo. Ana tuvo problemas en la rodilla, pero hizo un invierno buenísimo. Ojalá traigamos medallas.

Mi hermana me dio una corona y me dijo: ‘Ahora eres la reina del triple”

Pedroso es “exigente y estricto”, pero también se caracteriz­a por formar piña y generar buen ambiente en un grupo de alto nivel. “La clave está en hablar, en comunicars­e”, relata el cubano, instalado en Guadalajar­a desde sus tiempos de atleta. “Le hacemos caso, porque al final siempre tiene razón”, suele decir en broma Peleteiro, que el sábado compite en los Nacionales de Orense, en su casa. Allí estará bajo la mirada de Pedroso, que mostró su lado más expresivo en Madrid, cuando Rojas hizo récord.

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Ana Peleteiro.
Yulimar Rojas posa junto al marcador con su récord mundial: 15,43. 6,18. En ese sentido es ■ Ana Peleteiro.
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