Grupos de riesgo E
l COVID-19 ha afectado ya a más de 135.000 personas en 126 países de todo el mundo desde su aparición. De estos infectados, más de 5.000 han muerto, mientras que alrededor de 65.000 se han recuperado. Todas las personas pueden estar afectadas por el coronavirus. Sin embargo, no todas lo sufren con la misma gravedad. Existe una serie de personas a las que afecta fundamentalmente la pandemia, las personas de edad avanzada y con problemas de salud previos, que deben protegerse especialmente para evitar infectarse y que son las que más atención sanitaria pueden necesitar.
El principal grupo de riesgo está compuesto por las personas a partir de 65 años y, especialmente, aquellas que tengan enfermedades crónicas, tales como la diabetes, la obesidad, una patología cerebrovascular o hipertensión arterial. Las personas con este tipo de enfermedades suelen tener el sistema inmune comprometido. Esto puede provocar que el coronavirus derive en una neumonía vírica. En las personas con enfermedades coronarias, cardiopatías previas, la enfermedad puede empeorar y acabar en una insuficiencia cardíaca. El riesgo de sufrir complicaciones aumenta exponencialmente a medida que sube la edad de los pacientes.
Un estudio reciente realizado en Wuhan, la ciudad china donde se desató la pandemia, apuntaba a que, además de estos factores, la presencia de la sepsis y los problemas de coagulación pueden ser letales en el desarrollo del virus.
El virus se suele manifestar con síntomas similares a los de una gripe común, es decir, fiebre, tos seca y dificultad para respirar, y también puede causar diarrea y fatiga. Entre los grupos de riesgo, además de estos síntomas, se pueden manifestar otros, como bronquitis, síndrome respiratorio agudo y severo o fallo renal, que pueden derivar en muerte. Sin embargo, estos casos no suelen ser muy frecuentes.
Sin embargo, y pese a que haya casos graves que requieran una atención específica, los datos generales siguen mostrando que la mayor parte de personas infectadas se recupera. Hace unas semanas, los investigadores chinos revelaron que solamente el 13,8% del total de los casos de COVID-19 son graves, y que un número aún más pequeño, el 4,7%, son considerados críticos. Entre las personas de 60 a 80 años, el nivel de pacientes críticos puede subir hasta el 6%. En cuanto a la tasa de mortalidad global, se encuentra en un 0,7% del total de personas infectadas, según datos proporcionados por la propia OMS.
Crear un espacio de trabajo cómodo, diferente de los de ocio. No se aconseja trabajar en la cama o en el sofá.
Preparar el lugar de trabajo. Una vez elegido, hay que intentar mantenerlo ordenado y, si es posible, que le llegue luz natural.
Definir un horario. Eso permitirá llevar una rutina más ordenada y hacer saber a los compañeros cuándo se está disponible.
Vestirse como para ir a la oficina. Así como no se debe trabajar desde la cama, tampoco debe hacerse en pijama.
Hacer descansos de manera regular e invertir el tiempo que se suele usar en ir al trabajo en alguna actividad positiva (leer, por ejemplo).
Mantener el contacto con los compañeros. Con las herramientas tecnológicas, este consejo es uno de los más fáciles.
Establecer las prioridades. Cumplir primero con las tareas más importantes para avanzar más rápido y cumplir los objetivos pronto.
Hacer copias de seguridad y, en general, tomar precauciones para no perder el trabajo: entrar en páginas web seguras, usar antivirus, etc.
Evitar las distracciones. Es decir, redes sociales, conversaciones de WhatsApp o llamadas ajenas al trabajo, televisión, etc.
Mantener la motivación. Con el tiempo es posible perderla. Usar estímulos visuales es bueno para recordar el porqué del trabajo.