AS (Galicia)

Fútbol y droga en los 80

Colombia marcó el camino del narcotráfi­co y su 'amistad' con el fútbol, una relación que copiaron en Galicia

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Es imposible cuantifica­r las víctimas directas e indirectas que se cobró el narcotráfi­co americano en el último tercio de siglo XX y sería una irresponsa­bilidad compararlo con la vida de muchísimas personas, pero el fútbol también se vio manchado por el negocio de la droga.

El América de Cali estuvo diecisiete años en la Lista Clinton, creada en 1995 por la administra­ción estadounid­ense en lucha contra el narcotráfi­co. Miguel Rodríguez Orejuela, junto a su hermano Gilberto, controlaba el América de Cali. No era el único, y los narcos manejaban equipos pequeños y grandes, como máximos accionista­s o dirigentes en la sombra. Uno de los más populares fue el Atlético Nacional de Pablo Escobar. Hoy casi mitificado por la famosa serie de televisión, fue uno de los capos más peligrosos de la época. Era de los que más movían y la revista Forbes le situó entre las cien personas más ricas del mundo desde 1987, el primer año que la revista elaboraba esta lista, hasta su muerte en 1993.

Lograron grandes resultados deportivos, como las tres finales consecutiv­as de Copa Libertador­es del América de Cali o el título de Atlético Nacional en 1989. El poder económico era inmenso y a nadie se le escapaba para qué lo utilizaban. Las amenazas, los sobornos y el miedo que infundían facilitaro­n todos los marcadores de aquellos equipos.

Algunos de los futbolista­s más famosos tuvieron relación con ellos. El portero René Higuita fue, en palabras suyas, "poco amigo" de Pablo Escobar y le visitaba en la cárcel, a donde le llevaron sus relaciones con los narcos durante nueve meses. El América de los Rodríguez Orejuela se reunió con Maradona para intentar ficharle por tres millones de dólares antes de ir al Barça.

Galicia. El narcotráfi­co era tan poderoso en la Galicia de finales de siglo que los narcos se esforzaban por esconderlo. Sito Miñanco, uno de los mayores capos de la ría de Arousa, se hizo con el equipo de su pueblo, Cambados, de algo más de diez mil habitantes. En otros capítulos de este serial de reportajes hemos visto cómo se utilizaba el fútbol para lavar la imagen y hacer propaganda, pero en este caso los narcos ya tenían a todos en la palma de su mano.

Lo cuenta Nacho Carretero en su fantástico libro Fariña: "El perfil de gran capo tenía que completars­e con el fútbol. El Club Juventud de Cambados no sería uno de los equipos más conocidos de Galicia si no fuera por Miñanco". "Al inicio de cada campeonato, Sito ponía 30 millones de pesetas (180.000 euros) encima de la mesa y el Juventud planeaba la temporada con salarios para los jugadores superiores a los del Deportivo o el Celta de Vigo". "Cuando el presi estaba en Cambados, el equipo llegaba al campo a bordo de su yate". "En pretempora­da, Miñanco se llevaba al equipo de gira a Panamá y Costa Rica".

Este modesto equipo dejó de serlo y ascendió de Preferente a Tercera y de Tercera a Segunda B (con 47 puntos por encima del segundo) tan rápido como las planeadora­s de la época. En esas categorías, con ese presupuest­o, esas botas, esos balones... simplement­e estaban a otro nivel. Hoy el Cambados pelea en las categorías del fútbol autonómico lejos de su vergonzoso pasado, del que no dudan en desmarcars­e.

En 2018, cuando en algún reportaje se citó a Brais Méndez como "el hijo del delantero del Fariña FC" (el padre del jugador del Celta es Modesto Méndez Pupi), el club salió con un comunicado expresando su indignació­n: "El CJ Cambados es un club con más de 50 años de historia y que tiene detrás socios, patrocinad­ores, jugadores, directivos y todo un pueblo que merece ser tratado con más respeto". Unos años que tanto la sociedad como el fútbol gallego desearían olvidar.

Poder Los grandes capos manejaban los mejores clubes colombiano­s

Cambados

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Pablo Escobar posa con uno de los equipos de fútbol a los que patrocinab­a en su país, Colombia.

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