El español que ha sobrevivido a dos pandemias
tropas estadounidenses que combatieron en la Primera Guerra Mundial. El nombre de gripe española se debe a que la pandemia ocupó mayor atención en la prensa española que en el resto de Europa ya que España no estaba involucrada en la Gran Guerra y, por tanto, no se censuró la información sobre la enfermedad.
En aquella Luarca de 1918 no había mascarillas, geles desinfectantes ni respiradores y la gente no se daba codazos en los supermercados por llevarse el papel higiénico de las estanterías, principalmente porque entonces no se habían inventado los rollos de tisú (lo harían en 1928) ni se había construido todavía el primer gran supermercado en España.
En aquel otoño de 1918, José contrajo la gripe: “Todavía hoy no puedo entender cómo estoy aquí. Cuando desperté apenas podía caminar. Tuve que gatear sobre mis manos y rodillas”, relata, a la vez que no olvida el tratamiento al que fue sometido por don Ceferino, el médico que trabajaba en el pueblo: “Vapores de eucalipto y algas marinas hervidas que se cocían en toneles de madera”. Ese era todo el botiquín.
José se vacuna contra la gripe desde que tiene 15 años. Una vida que ha dedicado a la conducción, siendo taxista, chófer de toreros, llevando un camión. Cuentan que estos días, cuando estalló la crisis del coronavirus, José se dio cuenta de que algo raro sucedía al comprobar que su familia no salía de casa y que echó de la cocina a su yerno cuando se lo contó, para no contagiarse. ❖ Para que las personas no acumulen artículos de primera necesidad ahora (mascarillas y botes de gel desinfectante), agotándolo y desabasteciendo al resto, en Dinamarca surgió la idea de los precios antiacopio. Un bote de gel desinfectante costaba 5 euros pero, en el caso de llevarse dos, el precio era de 134 euros cada uno. La moda ha llegado hasta Argentina y va camino de extenderse. ❖