“Siento ilusión por la independencia que tendré: podré diseñar mi día a día”
vez más en lo que más me molesta del fútbol: esos viajes, el hecho de no pasar por casa durante semanas. No me gusta. Pero me imagino haciendo algo en la cantera, transmitiendo mi experiencia. Lo que considero importante es el hecho de poder diseñar mi día a día yo mismo. A los futbolistas nos imponen tantas cosas: qué tengo que comer en el hotel, cuándo he de dormir y entrenar. Siento ilusión por la independencia que tendré después. —¿Cómo ha cambiado el fútbol durante los últimos años? —La cobertura informativa cada día es más extrema, no existen los matices, sólo muy bueno o muy malo. Siempre se busca el mismo titular cuando los futbolistas dan entrevistas. Puedo convivir con ello bastante bien y sigo expresando mi opinión de forma clara. Sin embargo, entiendo a todos los jugadores que miden sus palabras. El peligro de que se haga un montaña de un grano de arena está ahí. También se dispararon las cantidades. Lo que se pagaba antes del brote del coronavirus, que seguramente restrinja esas cantidades, no me parecía del todo sano. Se llegaron a pagar hasta 40 y 50 millones de euros por el traspaso de jugadores mediocres. Es lo que costaban las estrellas antiguamente. Pero también se perciben evoluciones favorables: el juego es más rápido y, por tanto, más vistoso. —Esta edición de GQ está bajo el lema LGTB. La homosexualidad sigue siendo un tema delicado en el mundo del fútbol, sobre todo teniendo en cuenta que, de momento, ningún jugador se haya declarado abiertamente homosexual. —Mi sentido común me dice que todo el mundo debería vivirlo en plena libertad, no cabe la menor duda de ello. Eso sí, no sé si daría el consejo de declararse homosexual a un futbolista en activo. Sobre el terreno de juego se suelen utilizar ciertas palabras y, teniendo en cuenta las emociones que se llegan a vivir en las gradas, no podría asegurar que no terminaría siendo insultado y menospreciado. No debería ser el caso y estoy seguro de que el jugador, que decida dar el paso, contaría con el apoyo de muchos lados. Eso sí, dudo que sea el caso en el campo ante la afición rival. Cada jugador tiene que decidir por sí mismo si lo considera una ventaja o desventaja, aunque creo que, incluso a día de hoy, no serían todo ventajas.